10 pasos para una economía mundial mejor

14.1.2015
0 comentarios

El periodista Michael Roscoe, autor de Why Thing Are Going to get Worse... And Why We Should Be Glad (Por qué las cosas se van a poner peor... y por qué debiéramos estar contentos), enumera las 10 medidas que pueden llevarnos hacia un mundo mejor.

1) Debemos reconocer que la riqueza procede de la tierra. Teniéndolo en cuenta, una política ética debiera proponerse el reparto igualitario de esa riqueza entre la población mundial. Se puede reconocer que aspirar a una igualdad auténtica entre todas las personas no es realista, pero al menos debiéramos ponernos como objetivo una distribución más justa de la riqueza, tanto a escala mundial como en cada nación. Por supuesto, esto significa modificar el capitalismo extremo de libre mercado que domina las economías más avanzadas hacia lo que se podría llamar una socialismo orientado al mercado que combine principios igualitarios con impulso capitalista. 

2) La mejor manera de revertir la tendencia actual hacia una desigualdad mayor es a través de la creación de puestos de trabajo. Aunque parte de la distribución de la riqueza podría realizarse mediante una mayor carga impositiva sobre las fortunas (como propone el economista Thomas Piketty), el principal objetivo debe ser la creación de empleo, pues el trabajo es la fuente de todo valor, la única manera de transformar la riqueza de la tierra en bienestar para la gente. Por tanto, el fin del sistema económico no debe ser el beneficio para unos pocos sino trabajo para la mayoría. Y la producción no debe estar orientada a ofrecer bienes baratos, sino sostenibles y que garanticen el bienestar de las generaciones futuras.  

3) Los trabajadores deben ser libres para moverse hacia donde se encuentra el trabajo. Las dificultades para llevar a la práctica este principio es una de las razones por las que el capitalismo ha dejado de funcionar. Es necesario reducir la competencia entre naciones, creando trabajo en todas partes, no solo donde resulta más barato a las empresas.   

4) La globalización ha llegado para quedarase, no hay vuelta atrás hacia el nacionalismo y el aislamiento. Las fronteras nacionales son un concepto artificial que debe ser visto como una conveniencia administrativa más que como líneas de división verdaderas entre pueblos; el destino de la raza humana concierne a todos. En consecuencia, el mercado global requiere una autoridad global que lo supervise y regule. 

5) Esta autoridad global podría encontrar soluciones a los problemas causados actualmente por el auge de las multinacionales. Los bancos transnacionales y otros negocios pueden evitar las jurisdicciones fiscales y laborales nacionales. Si los líderes mundiales se ponen de acuerdo sobre ciertas normas de comercio e impuestos, será mucho más fácil acabar con los paraísos fiscales donde se oculta la riqueza de las naciones.  

6) La misma autoridad podría introducir y supervisar un banco central mundial que promoviera una moneda mundial –que estaría ligada a una verdadera creación de riqueza, a través de un índice de materias primas, en lugar de utilizar el patrón oro. Esto restauraría el valor del dinero y eliminaría las distorsiones debidas al papel del dólar como moneda nacional e internacional a la vez. Este banco central mundial debiera protagonizar el proceso de condonación y reestructuración de las deudas nacionales, a la vez que eliminaría la especulación con las divisas. 

7) La importancia de las finanzas debiera reducirse a un nivel que reflejara su estatus como un servicio más. Menos especulación, más banca pública y cooperativas de crédito, con auténticos gestores bancarios que conozcan a su clientes y participados por las comunidades locales. Se puede prescindir por completo de la cultura de juego del sector bancario en la sombra, ya que no sirve a ningún propósito útil y es parte del problema.

8) Es necesaria una mayor regulación de la economía, pero debe ser simple. Lo mismo se puede decir de los sistemas impositivos. La complejidad es mala para todos, excepto para los abogados y los contables, que buscan las maneras de evitar los impuestos y los controles para sus clientes. 

9) Es esencial la transparencia en el gobierno y en los negocios para eliminar toda corrupción o influencia inapropiada. Esto debe significar el fin de la práctica habitual en muchos países donde los partidos políticos son financiados por particulares y empresas, un sistema que favorece el enriquecimiento de unos pocos y el capitalismo de amigos. También significa que los procesos democráticos, a medida que que traspasen los límites nacionales para construir una autoridad global, deben fortalecerse a nivel local y regional, en las comunidades reales, donde las personas se pueden hacer oír y donde las democracias tienen sus raíces. 

10) Se debe retornar a los valores reales de una verdadera industria, dando prioridad a los sectores creadores de riqueza, al mismo tiempo que se reconoce la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y las materias primas finitas a favor de fuentes de energía y de materiales sostenibles y menos perjudiciales para el entorno. Parte de la riqueza generada por las industrias antiguas debe dirigirse a investigación, desarrollo y creación de puestos de trabajo en los campos de las energías renovables, la agricultura ecológica y la construcción sostenible, lejos de la actual obsesión con hacer dinero a partir del dinero (lo cual es imposible).