Caliente, caliente

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Las proyecciones sobre el aumento de las temperaturas en la Tierra se han quedado cortas, avisan los científicos al tiempo que entra en vigor el Acuerdo de París y la nueva cumbre de Marrakech trata de concretar acciones climáticas de todos los países.  

Los “esfuerzos” para limitar el aumento global de las temperaturas a 1,5 grados son a todas luces insuficientes. El Acuerdo de París acaba de entrar en vigor y los termómetros se han disparado ya hasta 1,2 grados por encima de los niveles preindustriales. El 2016 va camino de convertirse en el año más caliente de la reciente historia, según ha reconocido la Organización Meteorológica Mundial. Los 16 años del siglo XXI figuran ya por derecho propio entre los 17 más calientes jamás registrados, mientras los dirigentes vuelven a reunirse en Marrakech, a la busca de “soluciones” y bajo la vigilancia instensiva del “lobby” de los combustibles fósiles.

Cien países (entre los que no está España) han ratificado ya el Acuerdo de París, con la meta inconcreta de mantener al menos las temperaturas por debajo de la “línea roja” de los 2 grados. Pero los vagos compromisos adquiridos hasta ahora nos sitúan por encima de los 3 grados, y eso sin tener en cuenta la “aceleración” detectada en los que va de año.

Los científicos han lanzado la voz alarma ante los episodios de clima extremo detectados en los últimos meses. En la primera mitad del año, el aumento de las temperaturas en la superficie terrestre y de los océanos fue de 1,2 grados por encima de los niveles preindustriales, cerca ya del primer “techo” de 1,5 grados previsto en el Acuerdo de París y que puede alcanzarse bastante antes de lo esperado.

“Nuestras proyecciones sobre el aumento de las temperaturas se han quedado cortas”, reconoce David Carson, director del World Climate Research Programme (WCRP). “No preveíamos una subida ni tan rápida, ni tan continuada como que la que se ha producido este año”.

Con la única excepción de junio, once de los doce últimos meses han registrado nuevos récords. Tras el “respiro” que supuso el fin del fenómeno El Niño (el calentamiento cíclico del Pacífico Oriental), las temperaturas repuntaron en todo el planeta. En Kuwait, el 21 de julio, el termómetro subió hasta los 54 grados, el registro más alto en al historia del hemisferio oriental, seguidos de los 53,9 que se alcanzaron en Irak o los 51 grados en Phalodi, en la ola de calor que afectó a 300 millones de habitantes en India.

En España, el mercurio se puso al rojo vivo en pleno mes septiembre, con tempertauras de 46,4 grados en Sanlúcar La Mayor, 45 en Cabezas de San Juan o 45,1 en el aeropuerto de Córdoba. La tardía ola de calor golpeó especialmente en Andalucía, pero fijó nuevas máximas en casi toda la penísula: 41 grados alcanzaron en Orense y 38 en Zaragoza.

En Londres, sin ir más lejos, se alcanzaron en mayo los 27 grados, once por encima de la temperatura media habitual para ese mes. En Alaska, la primavera entró varias semanas antes de tiempo y se registraron temperaturas de 5,5 grados por encima de la media.

El otoño australiano fue también especialmente caliente, con un aumento de las temperaturas de 1,86 grados por encima del promedio del siglo XX. El calor extremo afectó también a la temperaturas marinas: tan solo el 7% de la Gran Barrera coralina escapó al blanqueamiento o decoloración del coral (producido sobre todo por el incremento de las temperaturas y de la radicación solar”.

Otra barrera que se rompió en el último año fue la de las 400 partes por millón de CO2 en la atmósfera terrestre. Tres años después de que se diera la voz de alerta en el observatorio hawaiano de Mauna, los 400 ppm son ya la nueva y preocupante marca mundial, frente a los 278 ppm que se registraban en la era preindustrial y que está considerado como el “balance natural” de la Tierra.

La quema de combustibles fósiles (especialmente el carbón y el petróleo) sigue siendo el factor que más contribuye al aumento de las emisiones de CO2. El aumento de las temperaturas en los últimos meses en el hemisferio norte ha contribuido también a la liberación de metano por el descongelamiento del permafrost.

Un proyecto de la Universidad de Alaska, recién publicado en “Nature Geoscience”, revela la creciente contribución del deshielo en la propia Alaska, en Canadá, en Suecia y en Siberia al “bucle de gases invernadero” que están acelerando el calentamiento del planeta. En Siberia, y más concretamente en la isla Belyy, los investigadores qe entre tanto, los investigadroes Alexander Sokolov y Dorothee Ehrich, has descubierto este verano un preocupante fenómeno: la formación de auténticas burbujas subterráneas de el CO2 y metano que pueden “pincharse” con una simple pisada.

Tras el relativo alivio de los últimos tres años, la atención ha vuelto a centrarse este verano en la capa de hielo del Artico, que ha descendido alarmantemente a su segundo mínimo histórico (4,14 millones de kilómetros cuadrados) tras el récord fijado en el 2012. En la Antártida, el glaciólogo Stewart Jamieson ha descubierto la formación de casi 8.000 lagos supraglaciales a patir del hielo derretido entre el 2000 y el 2013, detectados por los satélites como “manchas azules” en el continente blanco.

“Lo que está ocurriendo en el planeta es algo sin pececentes en los últimos mil años”, asegura Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de la NASA. “No ha habido ningún período en el que pueda observarse una tendencia como la experimentada en las últimas tres décadas”.

Schmidt destaca cómo la tendencia se ha acusado en los últimos meses y ha dejado perplejos a los científicos del clima: “No ha existido prácticamente una pausa o un hiato. La tendencia a largo plazo se mantiene y hay razones para estar preocupado. Nos enfrentamos a un problema crónico al que tendrá que hacer frente la sociedad en los próximos cien años”.

2016: un año de récords para las renovables

Marrakech ha sido bautizada como la cumbre de las “soluciones” y los números hablan por sí mismos. Las inversiones en energías limpias han superado con creces en el 2016 a las inversiones en combustibles fósiles. Las naciones emergentes han tomado el relevo a los países ricos y suponen ya más de la mitad de la tarta mundial (258.000 millones de euros). La nueva potencia de renovables instalada en el último año (147 gigavatios) sería suficiente para abastecer las necesidades energéticas del continente africano… Y eso sin tener en cuenta los cinco récords históricos.

1 Portugal
Durante cuatro días consecutivos (del 7 al 10 de mayo) todas las necesidades energéticas de nuestro país vecino fueron cubiertas por renovables: principalmente energía hidráulica y eólica.

2 El Hierro
Algo menos, 55 horas, duró el récord de El Hierro en julio. La isla canaria fue abastecida continuamente durante más de dos días por la Central Hidroeólica de Gorona del Viento, un referente mundial por la combinación de las dos energías limpias.

3 Costa Rica
Si un país está cerca de alcanzar la meta del 100% renovables, ese es Costa Rica. Durante 76 días seguidos (desde mediados de junio hasta finales de agosto), las energías limpias (principalmente hidroeléctrica) abastecieron ron a sus casi 5 millones de habitantes.

4 China
Es ya la primera gran potencia solar del mundo, tras sobrepasar a Alemania con 43 gigavatios instalados a finales del 2015. China ha pisado aún más el acelerador, con 20 “gigas” instalados en los primeros seis meses del 2016.

5 Europa
Europa ha sido la primera región en el mundo en romper el “techo” de los 100 gigavatios de energía solar. Las inversiones en el viejo continente se han ralentizado en los últimos años, pero la cifra mágica se ha conseguido gracias al impulso de Alemania (40 gigas) y al empujón de los últimos tres años en el Reino Unido.

Y una razón para el pesimismo…

La elección de Donald Trump ha irrumpido como un tornado en la cumbre del clima COP22 de Marrakech. Todos los esfuerzos logrados en los últimos años para crear un mínimo de consenso pueden saltar tras la elección como presidente de EEUU de un recalcitrante escéptico que ha llegado a considerar el cambio climático como un “cuento chino”. Literalmente.
“El concepto de calentamiento gobal fue inventado por los chinos para lograr que la industria norteamericana dejara de ser competitiva”… Eso es, ni más ni menos, lo que dejó escrito en piedra @realDonaldTrump. Aunque más preocupantes que sus palabras son ya los hechos consumados, como su decisión de poner al frente del equipo de transición de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) al escéptico mayor Myron Ebell, que condenó en su día la decisión de Obama de ratificar el Acuerdo de París como “una clara usurpación inconstitucional de la autoridad del Senado”.
Técnicamente, Trump no puede dar “marcha atrás” a esa decisión en los próximos cuatro años. Pero nada podrá impedir un sabotaje desde dentro del acuerdo, ignorándolo directamente o –lo que es peor- torpendeándolo con una votación simbólica en el Senado donde la mayoría republicana disparará a discreción.