¿Cómo encontrar un buen terapeuta alternativo?

15.11.2013
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La elección de un buen profesional en el que se confíe plenamente es clave para que funcione el tratamiento.

La atención médica convencional resulta a menudo frustrante cuando se trata de afrontar ciertas enfermedades en toda su complejidad. Porque ¿cuántos médicos están dispuestos a reflexionar sobre el significado de la enfermedad en la vida del paciente? Lo normal es que la persona que desea una relación de más calidad con el médico, o que está interesada en las terapias naturales y alternativas, se plantee un mar de dudas, entre ellas a qué profesional acudir, dónde encontrarlo o qué terapia utilizar. 

Lo aconsejable es elegir un profesional antes de encontrarse mal, como se hacía en la antigua China, cuando se pagaba al médico mientras se estaba sano y se dejaba de hacerlo al enfermar. No se trata de encontrar un profesional que acepte ese trato, sino de enfocar la relación poniendo el énfasis en el aspecto preventivo. 

A la larga, el médico se convierte en la persona a la que se acude ante cualquier duda relacionada con la salud y los hábitos de vida y acaba siendo quien mejor nos conoce y es capaz de ofrecer consejos que eviten problemas mayores. 

Con buenos conocimientos

El sentido común debe guiar la elección. Un terapeuta –sea convencional o alternativo– que promete la curación a primeras de cambio o insiste demasiado en su lista de éxitos merece ser tratado con reservas. También hay que huir de los médicos que provocan sentimiento de culpabilidad en el enfermo. Lo correcto es hacer ver al paciente que no es totalmente responsable de su enfermedad ni completamente ajeno. 

El médico escogido ha de tener, además, amplitud de miras y debe conocer la variedad de terapias naturales para recomendar una concreta cuando sea la mejor opción. Es aconsejable preguntarle su opinión sobre la curación a través de la dieta, las plantas medicinales, la medicina china o cualquier otra disciplina en la que el paciente esté interesado. Y si el profesional en cuestión practica una terapia natural, también debe ser capaz de recomendar la atención convencional cuando ésta sea necesaria. 

Los médicos titulados que ejercen la medicina naturista, la homeopatía u otras terapias naturales son buenos candidatos porque conocen el territorio convencional y el alternativo. Lo bueno es que hoy en día cada vez es más sencillo encontrar licenciados que han realizado estudios complementarios, a menudo en la propia universidad, en Medicina Natural. Para contactar con ellos existen varias vías, desde las organizaciones de médicos naturistas y los colegios de médicos provinciales hasta las asociaciones de terapeutas y enfermos.

Otro camino es preguntar a amigos y familiares que estén satisfechos con su médico o que tengan alguna relación con el mundo de la salud. Finalmente, los artículos y las páginas de publicidad de las revistas de salud pueden servir de mucha ayuda, así como la búsqueda en internet.

Requisitos básicos

Una vez se dispone de una lista de candidatos, es recomendable someterlos a un examen informal que tenga en cuenta los siguientes aspectos:

Que tenga formación certificada. Un título universitario o de una escuela de terapias naturales con credibilidad es un requisito mínimo. 

Que cuente con experiencia. El trato directo con los pacientes durante años garantiza que ha adquirido sabiduría.  

Que forme parte de un equipo. El hecho de trabajar en un centro de salud sugiere que cuenta con la aprobación de sus compañeros. Además, la colaboración entre varios especialistas facilita el tratamiento más completo y adecuado. No obstante, por supuesto, existen muy buenos profesionales que trabajan en solitario. 

Una vez se ha elegido el terapeuta, la primera consulta es una oportunidad para comprobar si realmente satisface las esperanzas depositadas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una buena relación médico-paciente es también una cuestión de química personal y que un médico puede ser muy bueno para una persona y malo para otra. Por eso conviene saber si el profesional cumple estos requisitos básicos: 

Que sepa escuchar. Muchos médicos aseguran que escuchar forma parte del tratamiento, pues los pacientes necesitan que alguien les comprenda. Un buen médico escucha hasta que consigue ponerse en el lugar de su paciente y sólo cuando llega a sentir lo mismo que él, cuando puede ver el mundo a través de sus ojos, es capaz de ayudarle. 

Con su actitud, el médico debe generar confianza en el paciente. Éste ha de estar seguro de que no va a ser juzgado ni censurado, pues llegado el momento, quizá le cuente lo que no ha confiado antes a nadie o sienta la necesidad de llorar ante él. Por el contrario, es mala señal que el terapeuta actúe como si ya tuviera la solución desde el instante en que el paciente cruza la puerta de su consulta. 

Que admita el diálogo. La consulta es un rito en el que el médico se enviste de cierta autoridad sobre el paciente, pero nunca debe abusar de ella. Ha de tener claro que el enfermo tiene que convencerse por sí mismo de que las decisiones que se toman en la consulta son las adecuadas y de que la última palabra siempre es suya. 

Que enseñe con el ejemplo. Cuando un médico ofrece un consejo, es necesario apreciar que es coherente, es decir, que sabe de lo que habla porque lo aplica consigo mismo. Un terapeuta que realiza ejercicio físico, sigue una dieta sana y practica la meditación conoce las dificultades con que se encontrará su paciente si le recomienda esos hábitos y podrá darle consejos para superarlas. n

Antes de ir a la consulta 

Conviene que antes de entrar en la consulta de un terapeuta consideremos algunas ideas:

■ Es necesario recopilar información del problema de salud que se padece y sobre las terapias que consiguen mejores resultados a través de libros, revistas e internet. Las referencias deben proceder, además, de varias fuentes.

■ Algunas medicinas naturales y alternativas, como las tradicionales de China e India o la homeopatía, son sistemas completos que a lo largo de los siglos han abordado todo tipo de enfermedades. En cambio, otras terapias han nacido para tratar trastornos concretos.

■ La terapia ha de adaptarse a la personalidad del paciente. La formación, cultura e ideas personales hacen que tendamos hacia una terapia u otra. Es importante que comprendamos mínimamente el lenguaje que utiliza el terapeuta.

■ Algunas preguntas que conviene hacerse para asegurarse de que el tratamiento será coherente con la propia personalidad son las siguientes: ¿Prefiero una terapia que trate principalmente el cuerpo u otra que dé mayor importancia a la mente? ¿Me siento cómodo con el contacto físico o no? ¿Deseo dirigir y controlar la terapia o quiero que me oriente todo lo posible el profesional?

■ En la primera consulta es necesario aclarar cuál será el coste del tratamiento, su duración estimada y la frecuencia de las visitas. Ningún buen profesional se molestará por requerirle esta información.

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