Conoce los 7 pilares de la salud

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El cuidado holístico implica tener en cuenta todos los aspectos que pueden influir en el funcionamiento de la mente y el cuerpo, desde la nutrición hasta la vida espiritual.

7 columnas del antiguo templo de Asclepio, dios de la Medicina y la curación, en la isla de Cos (Grecia)

A veces nos gustaría que la salud fuera un asunto sencillo, que el cuerpo se comportase como una máquina confeccionada con dos o tres piezas, como una tostadora, por ejemplo. Así, al enfermar sólo habría que apretar un tornillo flojo o conectar el cable suelto. Pero no somos pequeños electrodomésticos, sino seres vivos y de una complejidad que quizá no estamos preparados para comprender en todos sus detalles. El bienestar y la salud son fruto de la armonía entre múltiples aspectos de la vida. 

La medicina alopática convencional ha hecho grandes hallazgos, pero en su esfuerzo por ser lo más sistemática y precisa posible, se ha limitado a lo observable con los medios tecnológicos disponibles. De ahí que lo que no se refleja en un análisis de sangre, en una radiografía o en una resonancia no exista. En cuanto a los tratamientos, se limitan a lo que los pacientes pueden recibir de los médicos.

Este enfoque, que consigue éxitos indudables frente a muchas enfermedades agudas, tiene una cuota de fracasos importante, especialmente ante trastornos crónicos y degenerativos que no dejan de proliferar.  

La medicina holística o integrativa, un modelo marginal hace unos años y que actualmente goza de un prestigio creciente, se caracteriza por centrar su atención sobre la persona en su totalidad, no en una o algunas de sus partes, y, además, tiene en cuenta sus pensamientos, emociones y sentimientos porque éstos condicionan la salud. 

La medicina naturista, en concreto, considera que no son los terapeutas los que curan, sino que existe un poder de autosanación propio de cada persona que debe ser apoyado por parte del médico. Por otro lado, cada persona es distinta, de manera que los tratamientos se tienen que adaptar a las características y necesidades de los pacientes. Estos principios se han desarrollado a partir de la experiencia de sanadores de todos los tiempos y culturas y de una determinada tradición filosófica que puede definirse como vitalista, frente a la materialista y mecanicista que inspira a la ciencia convencional.

El arte de vivir 

Para conservar la salud o curarse, según la medicina holística, se puede recurrir a cualquiera de las terapias naturales existentes. Si la medicina convencional hace corresponder a cada problema de salud un tratamiento protocolario determinado, en la holística, el paciente puede elegir distintos medios para recuperar el equilibrio.

Puede, por ejemplo, decidirse por la acupuntura, por las plantas, por los remedios homeopáticos o por las manipulaciones manuales del sistema musculoesquelético, por mencionar sólo algunas de las posibilidades. Pero sobre todo, antes que conocer los remedios a las enfermedades, conviene tratar sus causas, que son igualmente plurales. Cualquier circunstancia de la vida, interior o exterior, es capaz de provocar un desequilibrio que se manifieste con determinados síntomas físicos y psíquicos. 

Es necesario adquirir una cultura de la salud que poco tiene que ver con conocer los síntomas de las enfermedades o los remedios. La sabiduría está en el arte de vivir. Llevando un estilo de vida sano se previenen y corrigen los desequilibrios en sus primeras etapas, antes de que se transformen en enfermedades agudas o crónicas. Así, no sólo se evitan los trastornos, también se vive con mayor bienestar y plenitud. Los aspectos que cabe cuidar especialmente son los siguientes: 

PAZ MENTAL. Toda persona vive inmersa en un diálogo interior incesante más o menos civilizado. Los conflictos en este ámbito pueden ser poco o muy profundos, pero en cualquier caso, llevan a algunas personas hasta el desequilibrio. Es necesario entenderse, reconocer las propias contradicciones y acercar posturas extremas, es decir, buscar el propio centro. El trabajo de autoconocimiento proporciona una comprensión del funcionamiento anímico y ayuda a deshacer bucles mentales. 

La relajación es la gran herramienta para alcanzar la paz mental. Las técnicas que favorecen la desconexión de las preocupaciones habituales y el control de los nervios en los momentos de tensión son insustituibles. Algunas son la meditación, el yoga, la sofrología, la relajación progresiva o la expresión artística.  

Por otra parte, es conveniente contrarrestar el exceso de negatividad que pueda proceder del entorno. Por ejemplo, no es necesario exponerse a las noticias deprimentes o a la televisión basura. Es mucho mejor dedicar ese tiempo a actividades y pensamientos creativos que den un respiro al alma y le ayuden a crecer. 

VIDA ESPIRITUAL. Por “vida espiritual” se entiende la búsqueda personal de respuestas a las preguntas esenciales de la vida. Se pueden encontrar en una religión, en una filosofía o en la ciencia, pero siempre han de acabar pasando por el cedazo de la experiencia personal. Ahora bien, el significado último de la existencia no preocupa con la misma intensidad a todas las personas. En algunas el vacío espiritual puede ser una causa subyacente de apatía, insatisfacción, neurosis e, incluso, de síntomas físicos. A menudo no se sospecha que el origen del problema pueda residir en algo tan intangible como la vida espiritual.

Los miedos, en general, y el temor a la muerte, en concreto, revelan inquietudes en este sentido. Porque la búsqueda espiritual no es un valle de lágrimas, al contrario, quizá sea la aventura más apasionante posible, con sus momentos altos y bajos. La religión en sentido clásico, la meditación, la reflexión, el estudio de los símbolos, la interpretación de los sueños o los estados alterados de conciencia son sólo algunas de las posibles herramientas. 

Las conquistas espirituales, en forma de conocimientos intuitivos, que conjugan razón y emoción, llenan de sentido las experiencias cotidianas y ayudan a discriminar lo importante de lo que no lo es tanto. Esto tiene efectos sobre el estilo de vida y las relaciones personales y, por tanto, sobre la salud. En términos ideales, las personas que cuidan su espíritu se sienten conectadas a los demás y a la naturaleza, están en equilibrio y tienen menos enfermedades. 

ALIMENTACIÓN NATURAL. Los expertos en nutrición trabajan para diseñar la dieta perfecta que ayude a mantener la salud el máximo de tiempo. Sus recomendaciones –como comer al menos 7 raciones diarias de frutas y verduras del tiempo, reducir la ingesta de grasas saturadas y de proteínas animales– resultan útiles para mucha gente, pero cada persona debe averiguar lo que es mejor para ella, pues existen importantes diferencias fisiológicas, constitucionales y de gustos. 

Las recomendaciones generales, junto con las tradiciones culinarias sanas –como la dieta mediterránea o la vegetariana–, son buenas bases sobre las que construir el propio modelo dietético. En cualquier caso, conviene tener muy en cuenta la calidad de los alimentos. Los frescos de temporada son los más recomendables porque contienen más nutrientes, no han sufrido procesos de producción que han podido alterarlos y se adaptan a las necesidades cambiantes del cuerpo a lo largo del año. Si además son ecológicos, mucho mejor porque estarán libres de sustancias químicas perjudiciales. 

Por otra parte, es importante la preparación y la manera de comer: no sientan igual los platos preparados con grasas de dudoso origen y engullidos deprisa que los hechos con cariño y buenos ingredientes y que se consumen junto a alguien querido. 

EJERCICIO FÍSICO. Los pulmones, el corazón y el resto de órganos vitales necesitan de una dosis regular de movimiento para mantenerse en forma, eliminar toxinas y calorías y no degenerar precozmente. El ejercicio físico resulta, además, benefactor para el equilibrio anímico, sobre todo cuando se realiza en compañía. 

Según la Organización Mundial de la Salud, basta media hora diaria de marcha ligera para que los beneficios sean significativos. Realizar cualquier deporte es positivo, pero hay que destacar aquellos que se practican al aire libre, en contacto con el agua, el sol, el aire y la tierra, elementos que proporcionan dosis extra de vitalidad. El yoga y el tai chi son ejercicios tranquilos, idóneos para conservar el equilibrio y la flexibilidad, tanto a nivel físico como energético y mental. 

RELACIONES PERSONALES. Cada día se sabe algo más sobre las ventajas de compartir, de tener personas en quienes confiar y apoyarse cuando es necesario. Los estudios científicos han descubierto –a veces, por casualidad– los efectos beneficiosos de la pertenencia a una comunidad de vínculos afectivos. Por ejemplo, una universidad estadounidense buscaba en la dieta la razón de que los italianos de Nueva York gozaran de mejor salud que sus vecinos anglosajones y hallaron que la principal razón eran los vínculos familiares más extensos y estrechos. 

Pero las relaciones personales no producen sólo beneficios. También son causa de conflictos importantes que no deben entenderse como una desgracia sino como una oportunidad para ser mejores personas. Las relaciones con los padres, con los amigos o con la pareja son un reto: comprender al otro significa, en el fondo, entenderse a uno mismo.

TRABAJO. Puede ser una de las principales causas de desequilibrio. En unos casos perjudica el sedentarismo, en otros, los movimientos repetitivos. También afectan la rutina, las expectativas frustradas, la mala relación con los jefes o los compañeros y la competitividad. Los antídotos son tomar conciencia de todo ello, evitar lo negativo y buscar los aspectos positivos de las tareas cotidianas, como la satisfacción de ser útil a los demás, el afán de autosuperación o el placer del trabajo en equipo. 

El estrés crónico es una de las peores consecuencias del exceso de trabajo. Es una grave amenaza para la salud, porque consume energía vital hasta que se desarrollan alteraciones. Algunas personas intentan liberarse de la tensión mediante actividades compulsivas, como fumar, comer y beber en exceso o consumir drogas, lo que puede agravar todavía más el desequilibrio.

La única manera eficaz de librarse del estrés es reducir sus causas y aprender a controlarlo. El entrenamiento autógeno, los aparatos de biofeedback, la sofrología, el yoga, la meditación o la relajación progresiva son algunas técnicas de relajación interesantes. Cualquiera de ellas actúa sobre los sistemas nervioso, cardiovascular, endocrino e inmunitario. 

Por otra parte, el trabajo debe compensarse con el doble de tiempo dedicado al descanso y a uno mismo. Dormir lo suficiente, conversar, ver crecer la hierba, escuchar el propio cuerpo, cultivarse… deberían entenderse como prioridades vitales.

ENTORNO. La medicina convencional sólo hace referencia al entorno como posible origen de agentes enemigos en forma de microorganismos agresivos o polen irritante. Sin embargo, la relación entre lo interior y lo exterior es una clave de la salud, y el entorno aporta muchos elementos necesarios. El cuerpo se revitaliza al respirar aire puro y cargado de iones negativos de la montaña, o al incorporar los nutrientes. En cambio, sufre al exponerse a la contaminación. Pero la influencia del entorno va más allá de la calidad del aire, del agua y de los alimentos. También ejerce un efecto sobre el organismo la belleza o la fealdad de los objetos que nos rodean, la luz o los colores. 

Los siete pilares descritos pueden sostener el edificio de la salud personal, entendida de una manera holista. Lo mejor es que no nos someten a penosas obligaciones, sino que nos indican caminos de crecimiento personal y bienestar.

 

El todo suma más que las partes

“Holístico” deriva del término griego “holos”, que significa ”todo”. El concepto fue creado en 1926 por Jan Christian Smuts, biólogo y primer ministro de Suráfrica, quien argumentó que los organismos deben ser estudiados como un todo, pues poseen propiedades que no se encuentran en las partes que los componen.

No fue hasta la década de 1970 cuando la idea se aplicó por primera vez a la medicina. Desde entonces, los terapeutas que se consideran holísticos defienden que la salud depende del equilibrio entre las dimensiones emocional, social, física y espiritual, así como entre la persona y el entorno. 

La medicina holística no implica un tipo de práctica determinada, sino más bien una actitud ante la salud y la enfermedad. 

La búsqueda del equilibrio

“Salud” y “equilibrio” son palabras casi sinónimas. En el organismo humano todo parece estar organizado de manera que se mantenga o se retorne a un estado de normalidad. 

• El médico Walter Canono definió en 1929 la “homeostasis” como el conjunto de procesos que detectan y corrigen los desequilibrios que inevitablemente tienen lugar en el cuerpo. Puede entenderse como un poder de autocuración o de tendencia natural hacia la salud. 
• Equilibrio no es inmovilidad. Fuera y dentro del cuerpo las cosas están en continuo cambio. Cada alteración es inmediatamente compensada. Es un equilibrio dinámico. 
• En cada célula del cuerpo tiene lugar un constante trasvase de sales a un lado y a otro de la membrana para que la composición del líquido intracelular sea la óptima. Fuera de las células circula el líquido intersticial, cuya composición es también estable. 
• Hormonas y péptidos circulan por todo el cuerpo e informan al cerebro de lo que ocurre. Éste toma medidas para corregir cualquier alteración de la normalidad. 
• A través de los sentidos el cerebro obtiene información de lo que pasa afuera. De manera inconsciente o razonada, intenta adaptarse a las circunstancias. 
• Todos los elementos que forman un ser humano y las circunstancias ambientales configuran un sistema complejísimo. La salud es el resultado de la capacidad de la persona por conservar el equilibrio. 
• El ser humano forma parte, junto con otros seres vivos y el entorno geográfico, de ecosistemas que intentan mantener un estado favorable para la conservación de la vida.

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