Diseñar un jardín sostenible

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La inversión en dinero y en horas de trabajo, la calidad del suelo, la luz que recibe en distintas zonas y el clima a lo largo del año son cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de diseñar un ecojardín.

Diseñar uno mismo el jardín es una tarea que requiere tiempo y creatividad. Como premio, se obtiene un trozo de naturaleza que transpira la propia personalidad. Todo es posible, desde un jardín con césped, tobogán y cajón infantil de arena a uno de árboles frutales u otro de plantas ornamentales.

Las opciones son infinitas pero, sea cual sea el modelo que elegido, hay que tener en cuenta la inversión en dinero y en horas de trabajo, la calidad del suelo, la luz que recibe en distintas zonas y el clima a lo largo del año. Estos datos son imprescindibles a la hora de elegir las especies que se van a plantar que, además, deberían consumir la menor cantidad posible de recursos. En este sentido, sin duda las especies locales suelen ser las más adecuadas.

Antes de comprar las plantas para nuestro jardín, una buena idea es observar qué tipo de plantas hay en las casas cercanas y que se han adaptado con éxito. De este modo, tendremos mucho ganado.

Insecticidas naturales

Los colores y las épocas de floración son también importantes. Hay que evitar el monocromatismo y que todas las plantas florezcan al mismo tiempo. Asimismo, los jardines que linden con prados o bosques deben incluir en primera línea plantas que no sean del agrado de caracoles y babosas, para frenar su proliferación sin recurrir a las “armas químicas”.

El siguiente paso es elegir las especies que adornarán el jardín. Estas recomendaciones nos pueden ayudar a la hora de decidirnos:

Las plantas bianuales dan menos trabajo que las anuales. Durante el primer año solo desarrollan las hojas y la floración tiene lugar en el segundo año. Es conveniente adquirirlas en el momento de la floración. Algunas especies bianuales más comunes son el pensamiento, la digital, la campánula o el alhelí.
Los arbustos que florecen son la columna vertebral de los parterres, aunque precisan varios años para mostrar su esplendor. Un par de variedades recomendadas son las reinas margaritas y las espuelas de caballero.
Las plantas que cubren el suelo lo protegen del resecamiento. Los arbustos bajos, resistentes al invierno y que florecen en primavera o verano, como la siempreviva, las aubrietas, las arábides y las armerias, apenas necesitan cuidados.
Los árboles frutales precisan de mucho espacio para desarrollar su belleza, aunque hay variedades pequeñas de naranjos, mandarinos, cerezos o perales que no sobrepasan los tres metros.
Las plantas aromáticas son imprescindibles por sus fragancias y usos culinarios. La lavanda, la salvia y el orégano, además, ofrecen bellas florecillas.
Las hortalizas dan mucho trabajo y requieren tiempo, pero unas cuantas tomateras junto a una pared soleada están al alcance de cualquiera.
Los setos son adecuados para delimitar, separar y crear orden. Son interesantes especies silvestres como el endrino, el espino blanco o el rosal silvestre, que además no necesitan poda.
Los bulbos, como tulipanes, crocus, ajos ornamentales o jacintos, tienen la ventaja de que, una vez enterrados, vuelven a florecer mágicamente cada año.  
Las trepadoras embellecen las paredes, aunque la típica hiedra tiene algunos inconvenientes: su crecimiento es agresivo y puede provocar desperfectos, sobre todo si hay tejas o alguna grieta. Son idóneas las glicinias o las clematis, que deben recortarse cada año.

Dibujar un plano

Antes de ponernos manos a la obra, vale la pena pararse a pensar sobre lo que queremos conseguir y de qué medios y condiciones disponemos. Estudiar el espacio y los recursos, así como una buena elección de las especies que vamos a plantar es un paso indispensable.

Lo mejor es empezar dibujando un plano en el que reflejemos la construcción de nuestro jardín. El hecho de poner sobre papel nuestras ideas a través de un dibujo nos ayudará a imaginar mejor cómo será el resultado final: la situación de la casa, los muros, las entradas, las terrazas, los árboles... Los diseños del jardín se pueden dibujar en papel transparente, de manera que se puedan visualizar diferentes opciones.

Lo primero que debemos hacer a la hora de dibujar un plano es planificar los lugares en los que colocaremos los contenedores de basura, el compost, el recolector de lluvia o la caseta donde guardar las herramientas. Tendremos que calcular también los espacios que necesitarán árboles y arbustos a cinco o diez años vista. Y no podemos olvidar la ubicación de cada una de las plantas. En este sentido, en general, las plantas pequeñas se colocan delante y las grandes, detrás.

Después de diseñar el jardín, el primer trabajo consiste en levantar la tierra, esparcir tierra fértil y abono ecológico e instalar, si se desea, el riego automático y los cables para la iluminación. A continuación, ya podemos plantar las plantas, teniendo en cuenta las necesidades de cada una y, sobre todo, dejando el espacio necesario entre ellas para que puedan crecer bien.

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