El poder de la luna

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Todas las tradiciones otorgan a la Luna un poder sutil sobre las cosas que ocurren en la Tierra.

Algunas creencias populares, como el efecto sobre la calidad de la madera o sobre el crecimiento de las plantas, pueden tener explicación científica. 

La antropología científica ha explicado las creencias lunáticas como pensamiento mágico, fantasías fruto de la impresión que produce la magnificiencia del astro en el cielo nocturno. Hasta ahora la ciencia no había ido mucho más allá de comprobar el efecto sobre las mareas, pero nuevo datos sugieren que algunas creencias populares, como el efecto sobre la calidad de la madera o sobre el crecimiento de las plantas, pueden ser ciertas. 

Una hipótesis novedosa procede de la física cuántica, es decir, del estudio de lo más pequeño. El físico Gerhard Dorda, de la Universidad de la Armada de Munich (Alemania), está convencido de que el poderío atribuido a la Luna se basa en un efecto cuántico que acompaña su fuerza de gravitación y que actúa como un reloj astronómico.

Es decir, la Luna marca los ritmos de los procesos fisiológicos de muchos seres vivos mediante la emisión cíclica, en cortos intervalos cuánticos, de porciones variables de energía. Así provoca cambios en el número de moléculas de agua que se encuentran en las células orgánicas. Este reloj cósmico puede determinar desde la química cerebral hasta el crecimiento de las plantas.

Un estudio publicado por el biólogo Kurt Holzknecht, de la Universidad de Innsbruck (Austria), ha confirmado que existe una relación entre los acontecimientos celulares y las variaciones en las fuerzas lunares gravitacionales y electromagnéticas. Dorda y Holzknecht basan sus hipótesis en los datos recabados acerca de las propiedades de la madera talada en diferentes fases lunares. Holzknecht investigó los árboles de aguja (pino, abeto, cedro...) durante su reposo invernal y descubrió que se producían fluctuaciones diminutas en la tensión eléctrica de los troncos en función de las fases lunares.  

Madera de luna

El investigador Ernst Zürcher, de la Escuela Superior de Arquitectura, Construcción y Madera de Bielen (Suiza), que ha realizado investigaciones similares, está convencido de que el efecto lunar guarda relación con el hecho de que las membranas celulares sean un gel coloidal, es decir, una mezcla de partículas fuertes y líquidas. Esta mezcla está anudada por una estructura de red tridimensional, que es la que resulta influida por las fuerzas lunares.

El poder del satélite sobre el estado coloidal lo conocen bien, desde hace tiempo, los químicos y farmacéuticos, pues la producción de plata coloidal (una solución de átomos de plata en agua que se utiliza como antiséptico) es más difícil cuando se produce un eclipse. Curiosamente la Luna y la plata están asociadas en la mitología. Artemisa, diosa de la Luna, la caza y la naturaleza, empuñaba un arco de plata; y Arianhord, diosa celta de la fertilidad cuyo nombre significa "rueda de plata", en referencia, al parecer, a la Luna. 

Zürcher está convencido de que el juego energético entre la Luna, el Sol y la Tierra se halla reflejado en la antigua sabiduría campesina, concretamente en las reglas tradicionales que se aplican a la tala. Ha comprobado que la densidad de la madera de los abetos rojos puede ser hasta un 10% mayor cuando, según la tradición, se tala en determinados días de diciembre o enero durante la luna nueva.

Esta "madera de luna" resulta más dura, más resistente a los cambios climáticos y a los ataques de hongos. La razón es que la fase lunar influye sobre el estado de las membranas celulares y, en consecuencia, condiciona lo que sucede durante el secado. Parece que incluso el centro muerto de la madera, que forma la masa principal de un tronco, resulta influido. 

Investigaciones realizadas en América confirman los hallazgos europeos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington (Estados Unidos) investigó en el 2002 el corte tradicional de la palma en Puerto Rico y confirmó que las hojas, que se utilizan para la construcción de tejados, resultan hasta 10 veces más duraderas cuando se cortan durante la luna nueva. Los análisis demostraron que las cantidades de calcio y carbono en las fibras  cambiaron en correlación con las fases lunares.

La luna y la vida

El poder de la luna puede ir mucho más allá de los intereses forestales. El biólogo molecular Richard Lathe está convencido de que la Luna es responsable de la aparición del ADN en la Tierra (aquí un artículo publicado en New Scientist sobre esta teoría). En el tiempo en que la vida apareció en el caldo primordial marino, la Luna estaba más cerca de la Tierra -se aleja unos 38 mm por año-, por lo que el efecto gravitatorio era mucho mayor y provocaba cambios en la concentración de sales que favorecieron las reacciones químicas decisivas para la aparición del ADN. 

Estuviera o no relacionada con el origen de la vida, lo que está claro es que ahora es absolutamente necesaria. El astrónomo Jacques Lascar ha estudiado qué pasaría si la Tierra careciera de satélite. Reproduciendo en un ordenador el sistema Tierra-Luna ha observado que si se eliminara el satélite el eje de nuestro planeta se desestabilizaría gravemente: se apartaría de los 23° y los casquetes polares cambiarían de situación cada mil años aproximadamente, lo que implicaría cambios climáticos continuos y brutales. Como la Luna se aleja irremisiblemente, para evitar futuros cataclismos algunos científicos ya han propuesto maneras de "secuestrarla" o sustituirla por otro cuerpo celeste.

Coral madrepórico

Lo cierto es que la vida en la Tierra ha evolucionado adaptándose a las condiciones ambientales, las fuerzas lunares entre ellas. Se ha encontrado una relación entre los ciclos lunares y el comportamiento de más de 600 seres vivos, como las golondrinas nocturnas, las almejas, los ratones o las anguilas viajeras. El coral madrepórico, principal constructor de los arrecifes, expulsa sus células reproductoras cada año en el mismo tiempo, en una noche determinada, entre tres y seis días antes de la luna llena. El mosquito Clunio marinus, durante las mareas bajas se vuelve sexualmente activo. Algunos moluscos se muestran sensibles incluso a los cambios de intensidad en la llegada de energía  electromagnética a la Tierra, debidos a que la luna interfiere en ocasiones los vientos solares. 

Wolfang Schad, biólogo de la Universidad Witten-Herdecke (Alemania), explica que la Luna actúa como un “detonante” en las reacciones de muchos organismos vivos. Según Schad, lo más probable es que la mayoría de sincronizaciones tengan que ver con los cambios en la presión interna del agua, es decir, serían consecuencia de una especie de mareas interiores. 

También el campo magnético de la Tierra, que fluctúa ligeramente en función de la posición de la Luna, influye sobre organismos como el caracol tritón (Charonia tritonis) de las costas del Pacífico. Se sospecha que este caracol posee un órgano sensorial basado en cristalitos de magnetita que detectan los cambios en el campo magnético terrestre. 

Los ciclos de los seres vivos suelen estar relacionados con factores ambientales que los ponen en marcha o los modulan. El primero de ellos es la luz del sol (o de la Luna, si se precisa una pequeña cantidad de luz), después la gravedad y por último los campos magnéticos. La Luna llena puede, en un momento dado, favorecer con su luz la germinación de las judías, según Schad. 

La influencia sobre el ser humano

Es lógico preguntarse si el organismo humano también es receptivo al influjo de la Luna. Walter Leidmann, dentista de Munich, ha comprobado  que las hemorragias imprevistas de sus pacientes coinciden frecuentemente con el plenilunio. Según él, operar en luna nueva reduce riesgos e incluso la necesidad de tratamientos con antiinflamatorios, antiálgicos y antibióticos. 

Otro tipo de sangrado relacionado con la Luna es la menstruación. El periodo femenino y el ciclo lunar tienen una duración parecida, lo cual justifica que las culturas tradicionales en los cinco continentes asocien a la mujer con el cuerpo celeste, pero hasta hoy no existe consenso científico sobre la existencia real de un vínculo.

Algunos autores afirman que la mujer tiene interiorizado el ritmo lunar, que fue determinante en las primeras etapas de la evolución de la vida en el mar. Existen estudios según los cuales, en ausencia de luz artificial, el ciclo menstrual de la mujer se sincroniza con las fases de la Luna. Así, la ovulación ocurre en Luna llena y la menstruación comienza con la Luna nueva. 

En el año 1959 los científicos norteamericanos A. y V. Menaker, después de analizar las fechas de 250.000 partos, concluyeron que la concepción, y por consiguiente la ovulación, tiene lugar con más frecuencia en los días de Luna llena. En 1973, otros tres investigadores norteamericanos repitieron el trabajo de los Menaker. Analizaron 500.000 fechas de partos en New York y volvieron a determinar que la frecuencia de la ovulación sobrepasa el promedio durante la Luna llena y está por debajo durante la nueva. 

El estado de ánimo también parece estar, en algunas personas al menos, bajo el gobierno de la Luna, pero esta es una cuestión aún más controvertida. Entre los muchos estudios existentes, a menudo contradictorios, destaca el realizado por el Instituto de Climatología Médica y la policía de Filadelfia (Estados Unidos), según el cual, cleptómanos, pirómanos, alcohólicos y suicidas aumentan su actividad en las fases creciente y llena y la disminuyen notablemente cuando empieza a decrecer. Comprobaciones similares han sido realizadas con las bases de datos policiales ales de Ohio y Miami (Estados Unidos) y los resultados han sido los mismos. 

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Aunque se han esbozado nuevas hipótesis científicas, como la cuántica del físico Gerhard Dorda, lo cierto es que lo que se sabe de la Luna es eminentemente práctico. Generaciones de campesinos han aprendido trabajando la tierra a aprovecharse de la Luna —aunque ahora utilicen métodos estadísticos— y las peluquerías seguirán atendiendo más clientes en la fase creciente. Si la Luna lo permite, es posible que en un futuro cercano nos podamos explicar por qué hacemos todas estas cosas.

Las energías lunares más conocidas

La luna actúa principalmente mediante su luz y su fuerza gravitacional sobre la Tierra. Las dos cosas experimentan fluctuaciones. La marea alta se produce en la parte del planeta más cercana a la Luna, pero cuando esta alineada con el Sol y la Tierra, los puntos de atracción solar y lunar coinciden y resulta un estado conocido como mareas de primavera, con mareas muy altas y muy bajas. 

La marea baja y alta aparecen también en la corteza terrestre: con un periodo de 12.5 horas aproximadamente, recorre la superficie terrestre del planeta una amplia "joraba" que en su punto de máxima altura alcanza los 25 cm, pero nos resulta inapreciable. 

El efecto gravitacional de la luna sobre la Tierra fluctúa alrededor de un 25% en su periodo de rotación de 27.3 días. El motivo es que su rotación es elíptica, del tal manera que la distancia entre la Tierra y la Luna varía entre 356.410 km y 406.740 km. 

En cuanto a la luz, su claridad fluctúa según sea la posición de la luna en relación a la tierra. La luna muestra siempre la misma cara porque superiodo de rotación y de traslación alrededor de la Tierra coinciden. Pero como a veces varía su velocidad de traslación se puede ver un poco más allá de los bordes este y oeste, por lo que en realidad vemos casi el 60% de la superficie lunar. 

Durante la media luna, la parte oscura de la superficie lunar brilla de color gris. Esta luz de luna es luz del sol que la Tierra refleja, como si fuera un espejo, hacia la luna, que de nuevo la devuelve hacia nosotros.

Otro tipo de influencia lunar guarda relación con la energía electromagnética procedente del sol, debido a que la luna interfiere en ocasiones el trayecto de los vientos solares. 

Pueden existir otro tipo de influencias -como aquellas de las que hablan los astrólogos- pero su naturaleza todavía resulta imprecisa.