Iniciación a la danza oriental

22.02.2015
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Aparte de beneficios físicos, la danza del vientre fomenta la autoestima y proporciona bienestar.

La danza oriental o danza del vientre ha sobrevivido a los siglos por varias razones. Una de ellas es que transmite alegría y sensualidad, lo que ha gustado siempre a los hombres. Otra, seguramente más importante, es que ha servido para que las mujeres se transmitan de generación en generación conocimientos sobre su propio cuerpo.

Los expertos discuten sobre si el origen de la danza oriental se encuentra en los templos de sacerdotisas del antiguo Egipto o en la antigua India. Sea como sea, en los últimos años se ha popularizado entre las seguidoras de la salud y la maternidad naturales, porque ayuda a las mujeres en su autoconocimiento y afirmación. Además, los movimientos refuerzan los músculos del suelo pélvico, algo muy útil para facilitar el parto y las relaciones sexuales placenteras.

Todo esto puede ser algo sabido por las mujeres orientales y del norte de África, donde las mayores enseñan a las jóvenes las técnicas del baile. La danza del vientre actual combina elementos tradicionales de Oriente Medio con otros del Norte de África, de la danza clásica y de la contemporánea. En árabe, se la conoce como raks sharqi (رقص  شرقي “danza de oriente”) o raqs baladi (رقص  بلدي "danza nacional”). El raks sharki incluye grandes desplazamientos, vueltas y movimientos de todas las partes del cuerpo, sobre todo de la cadera.

La danza del vientre es apropiada para todas las edades y para personas de cualquier constitución. Para muchas de sus defensoras, fomenta la autoestima y aumenta el bienestar general y la alegría de quienes disfrutan practicándola.

Movimientos básicos

Los movimientos de la danza árabe pueden ser de dos tipos: lunares y solares. Los primeros son circulares u ondulantes, siempre suaves, como los ochos que se describen con las caderas. Los segundos son más marcados, como los golpes de pelvis o las vibraciones de vientre o cadera.

Existen cuatro tipos de ochos principales, aunque sus combinaciones son numerosas. Su nombre se debe a que la cadera dibuja ochos en diferentes direcciones. Se realizan con las piernas abiertas –a la distancia entre los hombros– y las piernas ligeramente flexionadas.  Los cuatro tipos vienen dados por los movimientos de la cadera. Pueden hacerse mientras se lleva la pelvis hacia el frente o hacia atrás. Puede llevarse la cadera hacia una lado y otro –de manera que se dibuja con ella un ocho horizontal–, o puede realizarse un movimiento similar para trazar un ocho vertical.

Los golpes de cadera son movimientos característicos. En la caída simple se sube y baja un lado de la cadera, mientras se apoya el pie correspondiente sobre la punta de los dedos. Se alternan los golpes con un lado y otro de la cadera y pueden realizarse mientras permanecemos en el lugar o mientras nos desplazamos. En la caída doble, se realizan dos golpes.

El shimmy, un movimiento difícil pero básico, se hace sobre todo con música de percusión. Se realiza con las piernas juntas y consiste en la combinación de dos movimientos: una inclinación hacia adelante de la pelvis y una ligera y muy rápida flexión de las rodillas. El efecto es el de una espectacular vibración continuada de la cadera, cuyos lados suben y bajan alternativamente. Es importante mantenerse estática de cintura para arriba. Los hombros deben permanecer relajados y quietos.

El camello puede hacerse para afuera o para adentro. En el primero, se coloca una pierna delante de la otra o las dos juntas y levemente flexionadas. Entonces se lleva la pelvis hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo de manera que se describe con ella un ocho. En el camello hacia adentro o invertido, se combinan los movimientos hacia adelante y hacia atrás de pelvis y torso para trazar una “s”.

• Los movimientos de pecho son variados y siguen la misma lógica que los de cadera: se trata de describir eses, ochos y círculos en todas las direcciones. Una de las claves de la danza del vientre es llamar la atención sobre una parte aislada del cuerpo mientras el resto permanece estático.

Con los brazos

Los brazos adornan los movimientos del resto del cuerpo, de manera que el resultado sea armónico. El gesto básico consiste en realizar ondulaciones serpenteantes, empezando por el hombro y siguiendo por el codo hasta llegar a las manos. La posición de los dedos varía según la bailarina.

Existen varias posturas que se van repitiendo con frecuencia a lo largo de una coreografía. En la abierta, se extienden los brazos a la altura de los hombros. En la cúpula, se juntan las palmas sobre la cabeza (si se tocan los dorsos de las manos adoptamos el gesto del ave). Otras posiciones de los brazos son la mágica (un brazo sobre otro a la altura del pecho), el faraón (brazos cruzados ante el pecho y manos rígidas con los dedos juntos y hacia arriba), las bandejas (con los brazos junto a los costados del cuerpo formando una “L” rígida, como sosteniendo una bandeja), o la “gran L" (un brazo extendido hacia arriba y el otro a un lado).

El atuendo

El atuendo más popular se llama bedlah en árabe, que significa “uniforme”. Es importante porque contribuye a potenciar la sensualidad del baile. Lo adoptaron las bailarinas de Egipto en la década de 1930, a partir de las representaciones románticas y fantasiosas del harén. Consiste en un sujetador ceñido, adornado con cuentas o monedas, un cinturón en la cadera, también con elementos colgantes y llamativos, y pantalones o faldas del mismo estilo.

También se ha extendido el uso de otros elementos como el velo, para enmarcar los movimientos. Las bailarinas egipcias lo utilizan solo al comienzo del baile, mientras que en Occidente se mantiene durante toda la representación. El atuendo tradicional de las bailarinas egipcias consistía en una especie faja alrededor de la cintura, una falda de lino o algodón muy sencilla, y los senos al aire. Además se tatuaban imágenes de la diosa de la sexualidad en los muslos y en los brazos.

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