La ignorancia como problema del siglo XXI

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La ignorancia fue siempre un problema para la vida social, puesto que los ignorantes ignoran su ignorancia y en ella proponen, y a veces consiguen, realizar acciones ridículas que pueden llegar a dañinas. 

Pero esto, que era un mal controlado durante milenios, ha surgido como un problema grave con la capacidad que da Internet y las redes sociales en este siglo XXI para comunicar ideas absurdas. 

Entender la realidad, y pensar racionalmente es algo que nunca es inmediato, es una actividad que exige obtener los datos correctos, estudiarlos, reflexionar sobre ellos. Implica lo que se denomina trabajo, y eso es algo que pocas personas quieren realizar. Es más sencillo actuar sin datos o con datos erróneos, sin su estudio, sin reflexión. 

Pero cuando se escupe lo que se ha pensado se hace con toda la autoridad del mundo, porque ¿No somos todos iguales? 

El esfuerzo de años de una persona para dilucidar algún aspecto importante de un tema bajo investigación queda reducido siempre a “De eso sé yo también y esta es mi opinión”. 

Ayer estuve viendo una representación de “Arte” de Yasmina Reza (una obra algo ya talludita). La obra en sí no me interesó: eran demasiados gritos para no llegar a nada, situaciones que podían resolverse en 2 minutos duraban 20. Pero lo interesante era el comportamiento de los espectadores, unos 200, ciudadanos de Alcalá de Henares. 

Estas personas se reían cuando los protagonistas se atacaban entre sí, y aplaudían cuando estos protagonistas alababan la falta de racionalidad que la autora supone es el Arte, así, con mayúsculas. 

Los aplausos marcaban un ansia de escapar de lo único humano que tenemos: La razón. Y mostraban su ignorancia, pues arte y ciencia son las dos actividades esencialmente, esencialmente, racionales del ser humano. 

Ningún artista pinta sin reflexionar, estudiar, considerar largamente lo que va a pintar, lo mismo que ningún músico compone al azar, ni ningún escritor desarrolla una novela, una obra de teatro, sin pensar mucho todas las situaciones y reflexionar sobre lo que quiere decir y cómo lo quiere decir. La representación, teatral, o cinematográfica, precisa horas de ensayo para parecer espontánea. 

Crear es la máxima actividad humana y es equivalente a los descubrimientos de la ciencia.

Se dice, con razón, que muchas personas que han votado el Brexit, que han votado a Trump, que quieren un paraíso inventado entre los Pirineos y el Mediterráneo, lo que quieren es rebelarse contra un mundo en el que, con dolores de parto, y muy lentamente, avanza la razón sobre la irracionalidad de la tribu. Lo mismo que los salvajes de ISIS/DAESH lo que querían era invertir el paso del tiempo y volver al medievo, a la irracionalidad de dogmas inverificables, a la irracionalidad de la violencia. Recordemos de esta que, como escribía Asimov, “La violencia es el último recurso del incompetente”. 

Y todo esto está ocurriendo en sociedades que nunca han tenido tanta cantidad de “educación”. Nunca antes en la historia han ido todos los niños y adolescentes de una gran cantidad de países del mundo al colegio, durante años y años.  

Y sin embargo la ignorancia de una buena cantidad de la población es supina, es asombrosa. Alumnos de ingeniería naval que no tienen ni idea de a qué distancia está América de España (sus respuestas varían entre 1.000 y 20.000 km), alumnos de Arquitectura que no saben lo grande que es la Tierra, o la altura de la atmósfera y lo que pesa ésta, que de hecho no saben recitar ningún trozo de alguna obra de Lope o de Calderón, alguna poesía de Quevedo, o de Zorrilla. 

Y que ignoran la historia de sus propios pueblos. Por ejemplo, que en Siria e Iraq hace 1300 años no había un Islam ortodoxo, como que las sectas cristianas que asumían relatos incompatibles con los evangelios actuales eran numerosas como las hojas de los árboles, o que Fernando de Aragón casó con Isabel de Castilla para arreglar la bancarrota de aquel reino, o que Inglaterra se hizo “grande” actuando de piratas por todos los mares y vendiendo opio y heroína en China, con los “camellos” protegidos por la armada británica. 

Es la ignorancia de la realidad lo que hace pensar a muchos estadounidenses, comenzando por su jefe, que pueden volver al pasado de unos EEUU vacíos, que pueden vivir aislados de China o que un muro con México va a resolver algún problema económico de familias americanas de bajas capacidades intelectuales. 

Y es la ignorancia de dirigentes políticos con títulos de doctor en diversas materias, así como la ignorancia de millones de ciudadanos, la que niega el Cambio Climático, y las soluciones evidentes para el mismo, soluciones que al tiempo que nos protegen de un problema inmenso, generarían millones de puestos de trabajo y relanzarían de una vez la economía, pues esta no es otra cosa más que la captura de cada vez más energía y su distribución a cada vez más gente. 

¡Qué pena! Una población con 16 años de educación y fundamentalmente, en una buena proporción, ignorante. 

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