"La sociedad de ahora es más espiritual que la de antes de la crisis"

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Entrevista al escritor Francesc Miralles, cuyos libros ayudan a reflexionar tanto a jóvenes como a mayores sobre las relaciones, la vida y los caminos que podemos tomar en ella.

Aunque muchos lo identifican como autor de libros de autoayuda, lo cierto es que es un escritor todoterreno, con obras juveniles, novelas inspiracionales y también ensayos.

Francesc es un escritor en el más amplio sentido de la palabra. Escribe novelas juveniles, inspiracionales, thrillers, ensayos, fábulas, artículos de psicología... Un artesano de las letras y un tipo sencillo al que no se le caen los anillos por embarcarse en una obra como coautor o incluso como “negro”.

La clave de su éxito sea quizás esa humildad con la que enfrenta cada trabajo. Le gusta su profesión y eso se nota en que prácticamente ha tocado todos los palos editoriales, también como “sherpa” literario, ayudando a otros a hilvanar una novela.

Nos cita en su estudio, en una pequeñísima y tranquila calle del barrio de Gràcia. Tan tranquila como este escritor tranquilo y de maneras pausadas que, curiosamente, escribe sin parar. Su última obra, Pulsaciones, escrita junto a Javier Ruescas, es una novela juvenil estructurada totalmente con mensajes tipo WhatsApp que tiene todos los ingredientes para convertirse en un superventas.

Tu última novela, Pulsaciones, está dirigida a un público joven. ¿Vuestro libro es un intento de hacer reflexionar a los jóvenes sobre valores profundos que quizás no se enseñan en la escuela ni son los modelos sociales que nos llegan desde la publicidad o las películas? 
En las novelas juveniles siempre suele haber valores sin tener que ser  didácticas. Esta es bastante inspiracional, porque no deja de ser la relación entre varios personajes que se encuentran en una situación traumática, después de un accidente, y todos los que aparecen en estas pantallas –porque toda la novela se estructura a través de diálogos por móvil–, todos han sufrido algún percance, alguna pérdida y, por lo tanto, es un relato bastante sobre la resiliencia, sobre la amistad, el autodescubrimiento.... Todos esos valores están ahí, más allá de que sea una novela juvenil o cross-over. Hay una reflexión sobre la dificultad, la adversidad y sobre los vínculos, incluso a través de un teléfono, que, aunque pueda parecer muy frío, permite también transmitir sentimientos muy profundos y solidarios.

Por tu experiencia como autor de literatura juvenil (Retrum y otros), estás en contacto con gente joven, que todavía no ha entrado en la vorágine del mundo adulto, del mercado laboral... ¿Qué les recomendarías para que un día se conviertan en adultos felices?
La felicidad depende del nivel de exigencia de cada uno, de lo que espera encontrar. Yo creo que los jóvenes gestionan mejor la felicidad que los adultos, porque tienen más libertad, no tienen tantas cargas ni pagos pendientes. Lo que sí es difícil en la edad de estos protagonistas es saber qué quieren hacer en la vida, descubrir cuál es su talento, su pasión, qué les va a gustar. Una mala elección en la carrera, que te conduzca a una profesión que no te haga feliz, puede arruinarte la vida. Son momentos complicados porque tomas decisiones que van a afectar a toda tu vida, e igual no estás preparado para ello pero te obligan. Lo que le diría a un joven de 15 o 16 años es que explore a ver dónde puede brillar y qué le gusta hacer, porque eso va a ser relevante.

Incides en que se enfoquen en algo que les guste, justo lo contrario de las declaraciones del ministro de Cultura Wert sobre que se debe estudiar aquello en lo que se va a ser productivo.
Vas a ser productivo en aquello que te guste. Si a ti no te entusiasma la abogacía, por mucho que estudies Derecho y memorices, no serás un abogado brillante. Tienes que descubrir algo que te apasione para poder implicarte y volcarte. Intentar ir en contra de lo que tú eres, de tus gustos, de tus talentos, eso solo sirve para fabricar trabajadores grises. Como diría Viktor Frankl, se trata de descubrir qué es lo que da sentido a tu vida y dónde puedes ser más útil. Cuando encuentras el lugar donde puedes ser útil, lo demás ya viene solo.

Muchos de tus personajes se sienten perdidos o están a punto de tirar la toalla cuando algo mágico sucede que da un vuelco a su vida. Experimentan extrañas coincidencias o sincronías. ¿Qué sentido tienen los encuentros significativos? O, como pregunta uno de tus personajes en Oblivion, “¿por qué hay personas con las que no coincidimos nunca, aunque vivan muy cerca, mientras otras se cruzan misteriosamente una y otra vez en nuestro camino?"
Las personas se mueven por afinidades y, cuando dos personas tienen gustos muy similares, toman decisiones parecidas, a horas parecidas y en lugares parecidos. Eso hace que sus vidas se vayan cruzando. Quizás en la escuela tuviste un amigo que era un alma muy afín y esa persona se fue a la  otra parte del mundo. Cuando regresa, es fácil que coincidáis porque elige las mismas cosas que tú. En cambio, alguien con quien no tengamos nada que ver, hará otros horarios, irá a otros sitios... La magia del azar ya no se producirá. Son las sincronías de las que hablaba Jung, que decía que cuando dos cosas suceden de forma simultánea es que guardan alguna relación entre sí. En el caso de las personas que se van encontrando a lo largo de la vida, la relación que guardan entre sí es que tienen como un mapa interior similar y sus rutas van convergiendo. Son almas que resuenan de una forma similar. Y aunque estén separados mucho tiempo, siempre habrá esa atracción y esa complicidad.

¿Tienen algún significado más profundo o mágico? A veces piensas en alguien a quien no has visto en muchos años y de repente te llama por teléfono.
Eso nadie sabe por qué pasa. Jung decía que todo está conectado por unos hilos invisibles, de forma que tiras de un hilo y se mueve todo el resto. Incluso algo tan intangible como un pensamiento, según esta teoría, movería los resortes de la realidad de manera que facilite el encuentro. Y eso sucede de muchas maneras. Todo el mundo tiene un amigo en el que hace años que no pensaba y suena el teléfono y es él. El tejido de la realidad opera a un nivel muy profundo y misterioso, y eso ni siquiera Jung fue capaz de explicarlo, pero estas cosas suceden.

¿Tú crees en ese tejido?
Sí, es la teoría de la mariposa, cuyo aleteo en China acaba desatando un huracán en San Francisco. Todo tiene influencia, incluso algo tan pequeño como un pensamiento. Eso también lo decía Buda: el pensamiento ya empieza a construir la realidad.

"La fuerza sin amor es energía gastada en vano" es una cita de Einstein que te sirvió como inspiración del thriller La última respuesta, escrita con Álex Rovira. ¿El amor es la única fuerza capaz de salvarnos? ¿Cómo entiendes tú el amor?
El amor se puede entender de manera muy amplia. Las fuerzas de la gravedad son fuerzas de atracción que mantienen el orden del universo y el equilibrio entre los cuerpos. También en la vida humana, a un nivel terrestre, existe esa atracción y ese amor. El amor a una ciencia o al arte es lo que hace avanzar a la humanidad, el amor entre personas es lo que perpetúa la especie. El amor entendido de una manera amplia, en el sentido de atracción y de querer orbitar el uno alredor del otro, sin ser satélite de nadie, es lo que construye las pasiones y las relaciones humanas. Ese es un amor más universal, es la fuerza que rige el universo y los impulsos humanos y las relaciones, y desde ese punto de vista hablaba Einstein.

En nuestra sociedad del conocimiento, nos preocupamos mucho de la ciencia y la tecnología y casi nada de la espiritualidad. ¿Somos en general pobres de espíritu? ¿Qué conocimiento puede aportarnos indagar en la espiritualidad?
Yo creo que la sociedad actual es más espiritual que hace siete o diez años, porque justamente las crisis hunden toda la cultura de lo material. Hace diez años todo el mundo estaba preocupado por hacer vacaciones en playa Bávaro, y si no tenías el dinero, te lo prestaban. Vivíamos muy de cara a lo material. Todo eso ya ha terminado, estamos en otra época y la gente da más valor a la relaciones humanas. Personas que se han quedado sin trabajo de repente encuentran el tiempo para pensar y quizás descubren una dirección inesperada y encuentran una vocación... Estamos en un momento bastante espiritual. En mi caso, mi acceso a la espiritualidad nunca ha sido a través de una religión. Me gusta bastante el budismo, pero tampoco lo he seguido de una manera organizada. Yo pienso que la espiritualidad se encuentra en las personas con las que tenemos contacto cada día, a un nivel muy básico. Todos influimos los unos en los otros en el nivel de la felicidad general. Sería como la ley del karma pero restringida a esta vida. Si tú actúas de manera cariñosa y amorosa con la gente de tu alrededor, les enseñas a ser mejores y ellos te enseñan a ser mejor a ti. Es una especie de contagio. La espiritualidad la entiendo de esa forma.

En tus libros siempre hay citas de grandes autores o de letras de canciones, que son muy inspiracionales, como esta de Buda en Pulsaciones: "Tu tarea es descubrir cuál es tu tarea y entonces entregarte a ella con todo tu corazón". Háblanos del poder de las palabras, más allá de la simple comunicación.
En Pulsaciones cada capítulo se inicia con un aforismo de Buda. Las citas siempre me han gustado y, en mi primeros libros, bajo seudónimo, hacía muchas recopilaciones de citas. Un aforismo es como una píldora de sabiduría que tú puedes recordar y usarla, y que comprime muchas ideas. Por eso los pensamientos más poderosos de Buda son de una línea. Y Platón y Oscar Wilde, que se considera el gran genio del aforismo de la época moderna, eran capaces de sintetizar grandes ideas en pocas palabras. Es una manera de transportar sabiduría de forma que se pueda memorizar y transmitir a los demás sin necesidad de tener un soporte escrito.

En estos momentos de crisis económica, política y social, cuando hay tanto miedo y a la vez rencor hacia quienes abusan del poder, ¿qué historia escribirías que ayudara a salir indemnes de esos sentimientos negativos?
Es difícil escribir algo que sirva para todo el mundo. El rencor tampoco ayuda a salir del hoyo a nadie. Es infantil culpabilizar solo a los que están en la cúpula de lo que ha pasado. En una crisis generalizada, todos tienen la culpa, unos porque la han promovido, otros porque se han lucrado y otros porque no han protestado en su momento. Acaban de cerrar la Radio Televisión Valenciana, pero mientras se pagaban los sueldos, nadie se quejaba. Al final todos somos cómplices del sistema. Hay una frase muy buena de Warren Buffett que dice que, cuando baja la marea, se ve quién nadaba desnudo. Ahora le hemos visto las vergüenzas al sistema, pero todos formábamos parte de eso, porque también pedíamos créditos para cosas que no necesitábamos. La mejor historia que nos podemos contar es darnos cuenta de qué valores son permanentes más allá de estos momentos. Descubrir qué cosas no cambian, suba o baje la economía. Como dice el aforismo indio, qué es lo que no podrías perder en un naufragio. Todo el resto es como lo que se lee en La Biblia de los años de vacas gordas y vacas flacas. Cada ciclo de siete años, hay una subida o una bajada, pero las cosas esenciales están más allá de si cobramos dos mil o quinientos euros. Lo esencial puede parecer muy obvio, pero es tener un buen círculo de amistades, de personas que nos ayuden en el camino, tener el cuerpo en buenas condiciones para hacer ese camino, ilusiones, algún lugar hacia el que te diriges... Lo demás es secundario para mí.

¿Crees que la crisis es un buen momento para reinventarse?
Sí, porque cuando llega la crisis, falta dinero, lo cual genera sufrimiento en las familias, pero también se libera tiempo. Y el tiempo es lo que permite a una persona, que quizás ha estado toda la vida uniendo ladrillos, descubrir que igual tiene un gran talento para otra cosa. Y gracias a que se queda sin dinero y con mucho tiempo, puede que lo descubra en ese momento.

Es cierto, pero a veces en ese momento te frena el miedo al abismo, "¿me lanzo o no me lanzo?" Tú tienes experiencia en este sentido, al principio de tu carrera profesional decidiste romper con la vida que llevabas y seguir una nueva vía. Cuéntanos un poco tu experiencia en este sentido.
Hay momentos de la vida en los que uno se puede lanzar y otros en los que no. Si tienes hijos pequeños, estás pagando una hipoteca y tienes un sueldo, lógicamente no es momento de lanzarse. Pero en otros momentos sí. Quizás cuando tus necesidades materiales no son tan acuciantes y te encuentras en una situación, por ejemplo, en la que te han echado de la empresa y te dan una pequeña indemnización, es el momento en que muchas personas se plantean el autoempleo, un pequeño negocio, una tienda… Con las nuevas tecnologías, lo bueno es que con una pequeña aportación de capital se pueden iniciar cosas, lo cual no significa que todo funcione ni mucho menos. Pero creo que en los momentos de crisis el único beneficio que tenemos es ese, al ser expulsados de nuestra zona de confort, tenemos que crear otra. Y es en esos momentos en los que menos miedo debes tener. Miedo debes tener si estás muy atrapado con obligaciones y tienes un trabajo seguro, pero si pierdes el trabajo, ya da igual, puedes inventar cualquier otra cosa.

Tienes una amplia trayectoria como autor de libros de temáticas diversas. Como escritor, ¿qué prefieres a la hora de escribir?, ¿novelas, libros inspiracionales...?
Me gusta bastante la novela juvenil. Creo que los protagonistas de quince, dieciséis o diecisiete años, al no estar condicionados por todo lo que nos afecta al mundo adulto, presentan posibilidades más inspiradoras. Por ejemplo, un chico puede escaparse de su casa y vivir una gran aventura, descubrir el amor por primera vez… Todo eso son cosas que no puede hacer un adulto, con lo que le da más poesía a las aventuras. Personalmente, como lector, odio leer esas novelas de un hombre desengañado, que se cuida la próstata y no se habla con su mujer. No me interesa, lo veo cada día. Prefiero aventuras más idílicas. En la adolescencia hay mucho dolor, pero también mucha libertad y eso me procura muy buenos argumentos.

Y lo cierto es que conectas muy bien con el público juvenil.
Sí, creo que porque conecto con esa visión del viajero, del descubrir, de la pasión por unas canciones, de entusiasmarse con la lectura… Esta parte la conservo bastante de cuando tenía catorce o quince años, es un reducto que queda ahí. No puedes meterte en la cabeza de alguien de quince años, has de recordar cómo eras tú y narrarlo desde allí, cuáles eran tus prioridades, qué te preocupaba, por qué sentías rabia, qué tipo de problemas tenías… Trasladándolo a una historia, puedes ser como uno de ellos.

Hoy en día todo va muy deprisa. Por tu actividad profesional, imagino que tu vida también está ceñida a una agenda apretadísima. ¿Cómo logras el equilibrio para poder llegar a todo sin que te pase factura?
El equilibrio no se logra. Toda la gente que conozco que trabaja de diseñador, traductor, redactor... siempre va tarde en todo. Tienes que aceptar muchos trabajos, algunos te dan timings que son imposibles de cumplir y tú lo programas hasta que hay una incidencia, a la que surge algo imprevisto todo se desmorona. Es un tipo de vida que tiene sus ventajas, un freelance puede decidir hacer vacaciones un mes en el que todo el mundo está trabajando o estar entre semana fuera, pero tiene la desventaja de que trabajas de lunes a domingo y de la mañana a la noche. Y eso es poco compatible con la vida familiar. Básicamente no me organizo, hago lo más urgente en cada momento y atiendo a lo importante.

Has anunciado que no escribirás más libros en solitario, ¿por qué?
Me voy a tomar una pausa de un par de años, pero nadie se va a enterar, porque todo lo que ya he escrito irá saliendo publicado. Eso sí, como autor individual, después de la última obra que ya entregué, me tomaré un año o año y medio para acabar otros proyectos que tengo abiertos con otras personas, en los que hago de “sherpa literario” o como periodista… Para poder terminar muchas otras cosas que tengo abiertas.

Explícanos qué es eso de “sherpa literario”.
La etiqueta de "sherpa literario" me la puso Sonia Fernández-Vidal, la doctora en física cuántica. Yo la descubrí en una charla que daba y me dije: “Ostras, por primera vez entiendo qué es la física cuántica”. Hablando con ella, hicimos amistad y la animé a que escribiera una novela para niños, pero que pudiera leer todo el mundo, porque consideraba que la física cuántica era algo que daba miedo. Tenía facilidad para escribir y, según ella, hice de “sherpa” en el sentido de que la ayudé a subir la montaña que supone escribir una novela. Ella me decía qué contenidos quería incluir y los colocábamos en un guion. Lo escribía todo ella y yo se lo corregía… Estuvimos cuatro o cinco meses trabajando en la elaboración de La puerta de los tres cerrojos, que luego fue muy bien y ha ayudado a mucha gente a interesarse por la física. Desde entonces, ella dice que yo soy “sherpa literario” porque ayudo a los alpinistas a subir la montaña. Otros montañeros a los que he ayudado serían sobre todo de literatura juvenil, Ester Sanz, Rocío Carmona… Son personas que ya tienen el talento para escribir, les ayudo a organizarlo y ponerles también unos deadlines. Lo hago con muy pocas personas.

Y como “negro”, ¿a veces te ves obligado a aceptar encargos de personajes que igual firman el libro y que te rechinan un poco?
El trabajo de “negro” de no ficción es un trabajo de periodista, no hay nada tuyo en esos libros. Tú te pones a grabar a una persona que puede ser un empresario, un deportista, quien sea, y lo que haces es contar su vida, sus ideas, pero no son ideas que sean tuyas. Es algo técnico. Normalmente se hace a través de diez o doce grabaciones. O bien esta persona, si da cursos o si ya tiene unos materiales, te los pasa. En realidad, es muy bonita esta profesión. Tiene mala fama porque la gente lo ve como “yo escribo una novela y, en realidad, lo firma otro”. Normalmente no funciona así. Tú te interesas sobre el conocimiento de esa persona y lo pones en negro sobre blanco, pero intelectualmente no considero que sea mío. Por ejemplo, ahora estoy trabajando con el hipnólogo más famoso que hay en España y quizás en Latinoamérica, Jaume Bordas. Es fascinante, porque grabándole y viendo sus casos es como leer un libro de Oliver Sacks, te enteras de un montón de cosas que pasan en la consulta que, de otra manera, no conocerías. Lo considero una profesión noble. Otra cosa sería que yo escribiera una novela inventándomelo todo y alguien que no tuviera nada que ver con eso pusiera el nombre. Pero no es eso, el hacer un libro a una celebridad es un trabajo muy periodístico y, por suerte, nunca he tenido que hacer un libro a alguien que, éticamente, yo considerara que no es una persona digna de ser leída.

Como autor prolífico, lector voraz y amante de la música, nos interesa que nos hagas alguna recomendación de libros y de discos.
Os recomendaré un libro de cada género. Como novela juvenil muy actual, recomendaría Robinson Girl, de Rocío Carmona, porque creo que es una de las mejores novelas nunca escritas. Como libro para el público adulto, quizás las últimas memorias de Paul Auster, Informe del interior, en las que habla de su infancia. Es un libro precioso. Y, como libro de psicología práctica útil, el de Joe Dispenza, Deja de ser tú. Es muy potente.
De música, recomendaré un par de discos muy bonitos y originales. Desfado, de Ana Moura, una cantante que ha renovado lo que son los fados y los ha mezclado con muchísimas tendencias. Y también un disco de Pau Riba y Pascal Comelade, Mosques de colors. Pau Riba hacía quince años que no grababa canciones nuevas y Pascal Comelade fue el primero que utilizó instrumentos de juguete.

¿Nos puedes hacer un adelanto de tu próxima novela?
La última novela que saldrá con mi nombre antes de ese parón se publicará en primavera, se titula Wabi sabi y es la continuación de amor en minúscula. Pasa la mayor parte en Kioto y es una novela sobre la imperfección en la vida y, sobre todo, en el amor. Es la historia de una persona que naufraga sentimentalmente, hace un viaje a Kioto y aprende por qué la vida y las relaciones pueden parecer imperfectas, pero son bellas al mismo momento. Dicen los japoneses que solo es bello lo que imita a la naturaleza, por lo tanto, solo es bello lo que es imperfecto, lo que está incompleto y lo que es efímero. En este libro esos conceptos están en el trasfondo del amor, de un hombre desencantado que va descubriendo la belleza de toda esa provisionalidad.

 

Francesc Miralles nació en Barcelona el 27 de agosto de 1968, estudió Filología Inglesa y Periodismo y se licenció en Filología Alemana. Deseoso de conocer mundo, siendo muy joven, decidió dejarlo todo para vagar por el mundo y vivió en Croacia y Eslovenia durante los conflictos bélicos, peripecia que relataría muchos años después en su libro Cafè Balcànic. Su trabajos de traductor lo introdujeron en el mundo editorial y empezó a escribir bajo seudónimo. Es autor de novelas singulares como Ojalá estuvieras aquí, Barcelona Blues o amor en minúscula. Ha escrito varios thrillers, entre ellos La Profecía 2013 o La última respuesta (escrita junto a Álex Rovira y por la que recibió el VIII Premio de Novela Ciudad de Torrevieja). También firma ensayos como 365 ideas para cambiar tu vida, El laberinto de la felicidad, El bosque de la sabiduría o La dieta espiritual, y novelas juveniles, como La vida es una suave quemadura o la última, Pulsaciones. Como autor de novelas cross-over, las series de sus novelas Oblivion y Retrum han tenido un gran éxito. Ha ejercido de guionista radiofónico en L'Ofici de Viure y de televisión en el programa Bricolatge emocional. Actualmente, colabora en El País Semanal, en la sección de psicología, y en revistas como Cuerpomente, entre otras. Se le pueden seguir los pasos en su blog, Mondays News, donde cada lunes escribe un post sobre sus vivencias o reflexiones.