La verdad sobre el áloe vera

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¿Es cierta la cantidad de virtudes que se atribuyen al áloe vera? La verdad es que se ha demostrado su gran eficacia en el tratamiento de algunos problemas de salud y la riqueza de su composición justifica un amplio abanico de indicaciones.

No resulta extraño que una planta con la biografía del áloe haya ido sumando un número increíble de propiedades en su curriculum. Documentos históricos egipcios -aparece en el papiro Ebers, del 1.500 a.d.C.-, romanos, griegos, magrebíes, árabes, indios y chinos informan sobre su empleo con fines curativos y cosméticos. El griego Dioscórides le dedicó su atención en el primer siglo de nuestra era y detalló una larguísima lista de aplicaciones. Cristóbal Colón lo consideró uno de las cuatro plantas imprescindibles para el bienestar del hombre: el trigo que alimenta, la vid que da alegría, el olivo que aporta armonía y el áloe que cura.

La historia moderna del áloe comienza a principios del siglo XX con el uso comercial de uno de sus principales componentes, el acíbar, un residuo seco que se obtiene a partir del látex y la savia que corre bajo la piel de las hojas. Los principios activos del acíbar son la aloína y la barbolaína, sustancias con un gran poder laxante: en pequeña cantidad actúan como tónico digestivo, en mayor dosis producen efectos laxantes y las cantidades aún más grandes resultan purgantes.

El poder de estas sustancias, aisladas químicamente ya en el año 1851, es tal que el Vademecum de Fitoterapia Masson, realizado con la colaboración de la Asociación Española de Médicos Naturistas, considera que sólo puede utilizarse bajo control médico.

RECETA DE ROMANO ZAGO

· 350 g de hojas de Aloe arborescens (la planta debe tener al menos 4 años)
· 500 g de miel ecológica de acacia
· 50 ml (6 cucharadas) de licor (aguardiente, brandy, whisky...)

Elaboración según Zago:
“Se eliminan las espinas de los bordes de las hojas y el polvo depositado en ellas, utilizando un trapo seco o una esponja. Después se cortan a trozos las hojas (sin quitar la corteza) y se meten en la batidora junto a la miel y al destilado elegido. Se bate bien y el preparado está listo para su consumo. No hay que filtrarlo, ni cocerlo, sino sólo conservarlo con cuidado en el frigorífico dentro de un envase oscuro, bien cerrado”. 
La dosis que aconseja es de una cucharada sopera media hora antes de cada una de las tres comidas principales. Se debe agitar bien el producto antes del uso.

Pero el uso que se ha hecho más popular es el del gel de áloe. De color blanco amarillento, se encuentra en la pulpa de la parte central de la hoja y se ha utilizado tradicionalmente para tratar los problemas de la piel, desde heridas y quemaduras hasta problemas alérgicos. 

¿Anticancerígeno?

Hay quien afirma, incluso, que el aloe es una cura contra el cáncer, como el monje franciscano brasileño Romano Zago. Estudios recientes llevados a cabo in vitro y con animales han mostrado que ciertas moléculas extraídas del áloe poseen actividad antitumoral. Estos efectos han sido explicados en la revista Planta Médica por el equipo de Eli Harlev de la Universidad de Haïfa en Israel y por su colega americano Anupam Bishayee, de la Universidad Americana de Ciencias de la Salud en California. Sin embargo, Eli Harlev no respalda el remedio del padre Zago: "No recomiendo tratar enfermedades con tal mezcla antes de que los ensayos clínicos hayan demostrado su eficacia".

En cambio, sí está plenamente demostrada la eficacia ante las heridas superficiales. Los experimentos realizados en la Universidad de Chicago sobre su uso en quemaduras demostraron que los efectos se deben a por lo menos dos factores que actúan a la vez: el  ácido salicílico del áloe tiene una estructura similar al acetilsalícilico (aspirina), lo que explica su efecto analgésico, especialmente en combinación con el magnesio; y posee agentes limpiadores, antibacterianos y antifúngicos que favorecen la asepsia de la quemadura y evitan su infección.

Estudios realizados en la Universidad de Texas por los doctores Bowdes y Smith han descubierto otro mecanismo antiinflamatorio: algúnos azúcares presentes en el áloe se combinan con determinadas proteínas de la piel y evitan la acumulación en la herida de neutrófilos, células con función inmunitaria pero que causan cierto daño en los tejidos.

Por su parte, el doctor Robert H. Davis, profesor en la universidad de Pennsylvannia, afirma que uno de sus componentes, la giberelina, tiene la capacidad de estimular y aumentar la cantidad de fibroblastos (células que dan lugar a nuevos tejidos).

A la actividad benefactora de los componentes se suma el hecho de que el gel tiene una capacidad hidratante y penetrante cuatro veces superior al agua, lo cual multiplica su eficacia. Estas características convierten al áloe en la planta por excelencia para el cuidado de la piel, pues la hidrata, la suaviza, la limpia y la regenera. Además, es un vehículo ideal para otros agentes activos (esteroides antialérgicos, por ejemplo), lo cual hace del gel el ingrediente más adecuado en muchos cosméticos y medicamentos.

Todos estos mecanismos se traducen en que el áloe incrementa en un 50 por ciento la velocidad de curación de las quemaduras, reduce el grosor de las costras y también la visibilidad de las cicatrices. Tanto es así que un estudio de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos concluyó que el áloe es “extraordinariamente efectivo” en la cicatrización de las quemaduras producidas por las radiaciones.

Por otra parte, el doctor Timothy E. Moore, con 14 años de experiencia y más de 6.000 pacientes documentados, avala el tratamiento con gel de áloe para múltiples afecciones de la boca. Para prevenir las infecciones y acelerar la curación recomienda que se aplique sobre las pequeñas heridas en la boca, las aftas, los herpes, las boqueras (grietas en las comisuras), las cicatrices de las cirugías periodontales y en torno a los implantes para prevenir las infecciones.

Los efectos de las bebidas

La eficacia del áloe para curar las heridas, las quemaduras y otras alteraciones de la piel está pues demostrada, pero sus virtudes pueden ser muchas más. En una cucharada de gel se encuentran unos 75 componentes distintos, entre aminoácidos, minerales, vitaminas, enzimas, esteroles, antraquinonas, saponinas, azúcares...

El doctor Davis escribe en su libro Aloe Vera: A Scientific Approach que estos componentes funcionan como una orquesta sinfónica: sus efectos son conjuntos, sinérgicos. Esto hace especialmente complicado relacionar cada uno de los principios activos con la solución de problemas concretos. Sin embargo, según Davis, son los azúcares los que actúan como director de la orquesta y los que poseen la clave de los usos terapéuticos, sobre todo los que se producen por la ingestión del gel.

Uno de los azúcares polisacáridos del áloe es el acemanano, al que se atribuye un poder regenerador de los tejidos dañados, ya que estimula el sistema inmunitario a la vez que colabora en la producción de células fibroblásticas, pasos fundamentales en el proceso curativo. El propio cuerpo produce esta sustancia hasta la pubertad, pero luego es necesario absorberla a través de los alimentos para aumentar la resistencia del organismo frente a muchas enfermedades. Hasta el momento, el estudio más importante que respalda los beneficios inmunitarios del áloe y el acemanano se ha realizado con gatos. Una investigación efectuada en Estados Unidos mostró que el polisacárido podía retrasar la muerte de los gatos afectados por la leucemia felina, una enfermedad causada por un retrovirus.

La artritis -inflamación de las articulaciones que produce dolor intenso- es uno de los problemas de salud para los que está recomendada la ingestión de gel de áloe. Los principales motivos son los efectos antiinflamatorios del ácido salicílico y de los esteroles (lupeol, campesterol y beta-sitosterol), según el doctor Davis. El gel puede usarse en combinación con la aspirina u otros antiinflamatorios, para reducir la dosis de medicamento necesaria y potenciar los efectos sin temor a reacciones adversas.

El aparato digestivo es otro de los beneficiados por la planta. Según una investigación realizada ya en 1985 por el Instituto de Ciencia y Medicina Linus Pauling, de California (Estados Unidos), el consumo diario de jugo de áloe mejora el estado de personas que sufren colitis, acidez estomacal, síndrome de colon irritable y, especialmente, gastritis y úlcera. Pero no sólo las personas enfermas pueden aprovecharse del áloe: sus enzimas ayudan a digerir completamente los alimentos y a absorber la máxima cantidad de los nutrientes que aportan.

Uno de los efectos más sorprendentes es su capacidad para reducir la cantidad de azúcar (glucosa) en la sangre. Los estudios sobre la diabetes realizados con animales reflejan esta actividad hipoglucémica, que puede deberse a varios componentes del gel que influyen sobre la regeneración de las células implicadas en la síntesis y la liberación de la insulina (existen casos de diabéticos que han podido reducir su dosis de insulina en un 20 por ciento).

La amplitud de los efectos salutíferos del áloe hiceron que el doctor Jeremiah Herlihy, profesor de fisiología en la Universidad de Texas, se planteara un estudio a largo plazo sobre la influencia general del áloe en la salud. Administró a un grupo de cobayas una dieta con un uno por ciento de gel de aloe seco, otro grupo recibió gel en su estado normal mezclado en el agua y el tercer grupo de ratas se alimentó con la dieta normal. Se esperó a que las cobayas murieran de forma natural y se les realizó la autopsia. Los resultados mostraron que los animales que se alimentaron con áloe sufrieron menos problemas en el corazón, menos casos de cáncer y un avance menor de la enfermedad del riñón que es típica en las cobayas en la última etapa de su vida.

Todo indica que no cesarán de aparecer nuevas indicaciones del gel de áloe. A buen seguro la idea de que es un remedio general se reforzará, así como su especial capacidad para regenerar todo tipo de tejidos. Al mismo tiempo, la publicidad exagerará sus cualidades -como que una planta es capaz de eliminar todos los contaminantes presentes en la atmósfera de una habitación o absorber las radiaciones electromagnéticas de los ordenadores-, pero no ocultará la eficacia de este remedio sin efectos secundarios.

Las presentaciones

Gel de aloe para uso externo. Se obtiene de la pulpa gelatinosa de la hoja fresca. En las presentaciones comerciales se suelen añadir estabilizantes y conservantes. Los de mejor calidad se obtienen con procesado manual y en frío y poseen una cantidad de pulpa de entre el 50 y el 100 por cien del volumen total. Se puede utilizar sobre cualquier problema de la piel: cortes, quemaduras, eccemas, sarpullidos, acné, herpes labial, úlceras varicosas, psoriasis, picaduras...

Zumo de áloe. Se puede beber y debe tener un contenido de al menos el 50 por ciento de pulpa (las “bebidas” de áloe tienen un contenido de entre el 10 y el 50 por ciento). Suele mezclarse con extractos de otras plantas, que aportan su sabor y propiedades. Las indicaciones internas son gastritis, digestión lenta, úlceras, colon irritable, colitis, problemas de riñón e hígado, fortalecimiento de la inmunidad, artritis...

Otros productos. Existen barras de labio, pomadas, leches, pastas de dientes, lociones y champús. Cualquier producto debe tener una presencia de gel de áloe de al menos el 20 por ciento para que sea realmente eficaz. No es suficiente con que figure entre una larga lista de ingredientes, pues no sabremos en que proporción se encuentra.

Acíbar. Se puede encontrar en polvo, en gotas, en comprimidos o cápsulas y en extracto seco. Se utiliza como tónico digestivo y laxante. Debe tomarse sólo bajo control médico.

* Las recomendaciones sobre las proporciones exigibles son del Consejo Científico Internacional del Áloe, un organismo privado que vela por la calidad de los productos que se comercializan en todo el mundo (ofrece un sello de garantía).      

La planta y su preparación en casa

Aunque lo parezca, el áloe no es un cactus. En realidad pertenece a la familia de los lirios, como la cebolla, el ajo y el nabo. Existen más de 250 especies en todo el mundo, pero prácticamente sólo se utilizan dos con fines medicinales: el áloe de las Barbados (Aloe barbadensis o Aloe vera) y, en mucha menor medida, el áloe del Cabo (Aloe ferox).

El áloe, que crece en los territorios tropicales en torno al Océano Pacífico, posee raíces poco profundas, un tallo corto cerca del nivel del suelo y de 12 a 16 hojas gruesas, ahusadas y espinosas. En España existen cultivos ecológicos en las islas Canarias y en el valle del Guadalquivir, en Sevilla.

Cómo extraer el gel

Las propiedades del áloe y su fácil utilización hacen que sea obligatorio en cualquier botiquin natural que se precie. La planta no exige cuidados especiales: sólo necesita un lugar soleado y un poco de riego una vez a la semana. Cuando se precisa utilizar el áloe se corta la hoja más vieja (porque es la que tiene los componentes más concentrados) o un extremo si es suficiente, siempre que no haya comenzado a degenerar (punta seca).

Para extraer el gel de la hoja, se lava con cuidado la zona del corte y con la ayuda de un cuchillo bien afilado se elimina la punta y se retiran las espinas que se encuentran en los bordes. Luego se corta la piel por el vientre y se retira la pulpa, teniendo cuidado de no arrastrar los jugos que se encuentran cerca de la piel, que resultan irritantes. Este gel, que debe utilizarse enseguida pues no se conserva mucho tiempo (se puede guardar unos días en la nevera, en un tarro oscuro y bien tapado), se puede aplicar directamente sobre la zona afectada. Para beberlo se mezclan dos cucharadas con un vaso de agua. Esta mezcla se puede tomar tres veces al día.       

LA FARMACIA EN UNA HOJA DE ÁLOE

Aminoácidos: Posee 20 de los 22 aminoácidos humanos, entre ellos siete de los ocho esenciales. Sirven para la construcción de nuevos tejidos musculares y de todo tipo.

Antraquinonas: Tiene 12: emodina y emodina de áloe, ácido aloético, aloína, antracina, antranol, barbaloína e isobarbaloína, ácido crisofánico, aceites etéricos, éster de ácido cinámico, resistanol. Se les conoce tradicionalmente por su efecto laxante. En pequeñas proporciones, junto con el gel, también producen efectos analgésicos, antibacterianos, antifúngicos y antivirales. En altas concentraciones pueden resultar tóxicos.

Enzimas: Posee 8: Alinasa alcalino fosfatasa, amilasa, carboxipeptidasa, catalasa, celulasa, lipasa, peroxidasa. Ayudan en la asimilación de los azúcares y las grasas ingeridos a través de los alimentos.

Hormonas: Auxinas y giberelinas. Favorecen la curación de las heridas y poseen efectos antiinflamatorios.

Ligninas: Sustancia basada en la celulosa. Junto con algunas enzimas, es la causa del poder de penetración del áloe a través de la piel.

Minerales: 9 minerales: calcio, cromo, cobre, hierro, magnesion, manganeso, potasio, sodio, zinc. Esenciales para la buena salud. Trabajan en conjunción entre ellos, con las vitaminas y otros nutrientes.

Ácido salicílico: Componente similar a la aspirina. Analgésico

Saponinas: Glucosidos. Sustancias con poder limpiador y antiséptico.

Esteroles: Tiene 4,  colesterol, campesterol, lupeol y beta-sitoesterol. Son agentes antiinflamatorios. El lupeol también posee propiedades antisépticas y analgésicas.

Azúcares: Monosacáridos: glucosa y fructosa .Polisacáridos: acemanano, glucomanano y polimanosa

Acción antiinflamatoria: El acemanano tiene actividad antiviral y moduladora del sistema inmunitario

Vitaminas: A, C, E, B, Colina, B12, Ácido fólico. Vitales. Las antioxidantes (A,C y E) neutrailzan el efecto de los radicales libres.