Los saltamontes modifican su canto para hacerse oír frente al ruido del tráfico

0 comentarios

Los saltamontes que viven en zonas ruidosas producen un sonido diferente a los que viven en zonas tranquilas.

Esta modificación puede afectar a su sistema de reproducción.

Hace tiempo que los científicos han comprobado que animales como los pájaros, las ranas y algunos mamíferos utilizan diferentes mecanismos para ajustar sus señales sonoras cuando se encuentran en un entorno con un ruido ambiental elevado (aumentan la amplitud de señal, emplean una frecuencia superior, etc.). Ahora, un equipo de biólogos de la Universidad de Bielefeld (Alemania) ha comprobado que los invertebrados también reaccionan de un modo parecido.

Para efectuar el estudio, publicado en la revista Functional Ecology, los biólogos capturaron 188 ejemplares macho de saltamontes Chorthippus biguttulus, que tienen un canto metálico muy característico. La mitad fueron capturados en lugares tranquilos y la otra mitad en carreteras con mucho tráfico.

El análisis de cerca de mil grabaciones de cantos ha revelado que los saltamontes que viven junto a carreteras ruidosas producen sonidos diferentes a los que viven en un entorno tranquilo. “En los hábitats ruidosos, los saltamontes aumentan el volumen de la parte de baja frecuencia de su canto, ya que el ruido de la circulación puede ocultar las señales de esta parte del espectro”, explica Ulrike Lampe, directora del estudio. Estos saltamontes producen su canto frotando las patas posteriores con las alas delanteras.

Ésta es la primera vez que un estudio científico demuestra que el ruido causado por el hombre afecta a poblaciones de insectos. A raíz de los datos obtenidos, se ha llegado a la conclusión de que el ruido del tráfico podría modificar el sistema de reproducción de los saltamontes, pues los saltamontes macho utilizan su canto para atraer a las hembras. “Es posible que el ruido del tráfico impida que las hembras oigan correctamente los cantos nupciales de los machos, que no les permita reconocer a los machos de su especie o que entorpezca su capacidad de evaluar el atractivo del macho según su canto”, explica Ulrike Lampe.