"Los tóxicos son causa de muchas enfermedades"

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Es doctora y enfermó de Sensibilidad Química Múltiple. Hoy lidera el reconocimiento de esta enfermedad en España desde la Fundación Alborada.

Pilar nos recibe en la sede de la Fundación Alborada, situada en Brunete (Madrid). Presenta un envidiable aspecto, lo que no sería noticia si no fuese porque hace unos años estuvo al borde la muerte por Sensibilidad Química Múltiple, un síndrome que ataca hoy a 300.000 personas en nuestro país, cifra que continúa creciendo. Desde su Fundación Alborada, la doctora Muñoz-Calero dedica su vida a combatir y dar a conocer esa dolencia. El SQM es una enfermedad grave, resultado de la acumulación de sustancias tóxicas en el organismo.

¿Por qué no se reconoce la enfermedad en España o en la OMS?
La burocracia es muy lenta y, además, hay intereses en contra. Me gusta recordar que, por ejemplo, la esclerosis múltiple tardó 14 años en ser reconocida. Con la Sensibilidad Química Múltiple, una vez que está reconocida en un país de la UE, por sentido común, debería reconocerse en los demás, porque somos iguales los españoles que los alemanes o los franceses. Es cuestión de tiempo que la SQM se reconozca aquí.

Estuve al borde de la muerte, no toleraba la comida, ni siquiera el agua. Los profesionales de la medicina no podían acercarse a mí porque todos llevaban productos químicos

Un alemán diagnosticado con SQM en su país y que quisiera vivir en España ¿dejaría de tener la enfermedad al poner pie en suelo español?
Un médico aquí lo mandaría seguramente al psicólogo, porque es lo que están haciendo. Recuerdo a una persona [afectada de SQM] que llegó a la fundación [a la clínica de Alborada en Brunete], tras haber pasado por 38 médicos diferentes, realmente desesperada.

Cuéntenos su caso como afectada de sensibilidad química múltiple.
Mi caso era realmente severo, estuve al borde de la muerte. En un momento determinado, tuve que irme a Estados Unidos [al Centro de Salud Ambiental de Dallas], porque aquí nadie conocía la enfermedad. No toleraba ninguna comida, ni siquiera el agua, y lo único que podía hacer era ponerme suero, y me lo tenía que poner yo misma porque no encontraba ningún profesional de la medicina que pudiese acercarse sin que llevara ningún producto químico. Yo misma me tenía que poner los intravenosos para mantenerme hidratada. Así fue como me fui a Estados Unidos y, cuando llegué, me dijeron que no sabían si iban a poder hacer algo por mí. Fue una lucha de siete meses de tratamiento y, cuando volví, tardé un tiempo todavía en recuperarme. Mientras estaba siendo tratada en Dallas, cuando ya me pude recuperar un poco, pude entrar a las reuniones que tenían allí los médicos y durante varios meses estuve no solo como afectada sino también como médico, aprendiendo para luego traer aquí todos esos conocimientos y poder ayudar a otras personas.

¿Le trató directamente William Rea, fundador y director del Centro de Salud Ambiental de Dallas, y el médico que más sabe de SQM?
Sí, porque además de afectada muy grave de Sensibilidad Química había quizás un trato especial por ser colegas. Cuando me vio en las circunstancias en que llegué, él dudó si podía hacer algo por mí. Estaba también diagnosticada de fibromialgia y síndrome de fatiga crónica. Prácticamente no podía ni caminar, estaba en una silla de ruedas. Algunos de los síntomas que yo tenía él nunca los había visto a pesar de haber tratado a miles personas. Por ejemplo, fiebres altísimas con convulsiones, pérdida de conocimiento…[pagebreak]

¿Se ha avanzado algo en el reconocimiento de la enfermedad y en el tratamiento de esta sensibilidad?
Estoy segura de que se ha avanzado, lo que pasa es que, para nosotros, se nos hace muy lento y muy pequeño en proporción a lo que se debería de hacer. Queda mucho camino por recorrer, pero es cierto que se ha recorrido ya una parte. Hay más médicos que conocen estos problemas. Ya es menos frecuente que alguien no haya oído hablar de la enfermedad en prensa, en radio, en televisión (el caso de Elvira Roda ha hecho que a casi todas las personas les suene de algo este problema). Yo sí creo que se están haciendo cosas y que no es lo mismo que hace cinco años.

No es solo la Sensibilidad Química Múltiple, hay otras muchas enfermedades cuya causa son también los tóxicos: cáncer, Alzheimer, autismo, hiperactividad, Parkinson...

Existe una cierta polémica científica y médica sobre si hay tratamiento eficaz para la SQM. ¿Cuál es su posición en esto?
Sin duda, hay tratamiento, de hecho, yo estoy aquí hablando, con 20 o 25 kilos más de los que pesaba hace unos años (prácticamente estaba en los huesos), camino, trabajo 12 horas al día, tengo una gran energía. Pero no es solo mi caso. Los estudios que se han hecho en EEUU e Inglaterra hablan de un éxito de entre el 85 y el 88 por ciento. Hay que decir que no hay cura, pero sí tratamiento, como en cualquier otra enfermedad crónica. Los tóxicos producen un gran daño a las personas, las deja extremadamente enfermas, pero todo eso se recupera con una serie de tratamientos de inmunoterapia a dosis bajas, oxigenoterapia, nutrientes y suplementos; todo eso ayuda a que el organismo empiece a recuperarse, que los sistemas de desintoxicación funcionen mejor y todo el organismo recupere su homeostasis.

El caso de Elvira Roda fue muy conocido, pero el hecho de que luego recayera no ha ayudado demasiado, ¿verdad?
Se ha hablado mucho sobre el caso de Elvira Roda, y a mí me gustaría decir (sé que a ella no le importa que lo cuente porque lo hemos hablado en alguna ocasión) que ella vino a Dallas conmigo, en un avión privado de unos amigos (yo, en aquel momento, no podía coger un vuelo regular) y llegó en una situación crítica. Estuve allí con ella durante siete meses, yo me volví un poco antes, y la recuperación de Elvira allí fue extraordinaria. No sé por qué se ha corrido la voz de que el tratamiento no ha servido para nada. El problema ha sido que cuando ha vuelto no ha seguido el tratamiento adelante, volvió a un lugar como Valencia, de gran toxicidad, ha estado expuesta a diferentes fumigaciones y eso le ha impedido seguir mejorando. Yo en cambio seguí el tramiento, he estado en un lugar bastante libre de sustancias tóxicas y eso me ha ido ayudando a mejorar. En lugares exentos –o casi– de tóxicos, haces una vida prácticamente normal, pero sí es cierto que si se vuelve a un lugar muy contaminado, se podría volver a tener problemas y recaídas. Por eso es importante que la casa o el trabajo estén en un lugar lo más limpio posible. Yo hace tiempo que no sé prácticamente qué es un dolor y, antes, me tocaras donde me tocaras, era un dolor insoportable.

¿Se trata de aumentar con los tratamientos el nivel de tolerancia a químicos, como una especie de vacuna que nos hará luego reaccionar mejor a la contaminación?
Me da un poco de miedo ese concepto. El sistema de adaptación del cuerpo  tiene que ser para un proceso agudo. Un coche puede ponerse a un exceso de revoluciones para adelantar a otro coche, pero después vuelve a su estado normal; si estuviese así [sobrerrevolucionado] mucho tiempo, el coche lo notaría mucho. Si el organismo está sometido a cientos de miles de sustancias químicas a diario, llega un momento en que el cuerpo está también hiperrevolucionado. Pero me asusta eso de aumentar la tolerancia [a los tóxicos], es bueno que el cuerpo sea capaz de rechazar esas cosas y de no adaptarse a lo que nos sienta mal. Porque el problema no es solo la Sensibilidad Química Múltiple, hay otras muchas enfermedades cuya causa son también los tóxicos: cáncer, Alzheimer, autismo, hiperactividad, Parkinson... No sirve de nada que nos adaptemos a los tóxicos para que luego aparezcan estas otras enfermedades. Sí te doy la razón en que el tratamiento supone una cierta tolerancia porque nuestro cuerpo puede soportar una serie de exposiciones a tóxicos, pero, siempre, sin bajar la guardia y sabiendo que eso [la exposición] es de forma transitoria y luego volviendo a tu entorno limpio.

¿Qué deberían hacer las administraciones realmente para tratar este tipo de problemas tan complejos?
Es muy importante que las administraciones se vayan sensibilizando con este problema y tengan mucho cuidado con la divulgación que hacen, y que exijan que se aplique el principio de precaución antes de liberar al medio tanta cantidad de compuestos perjudiciales. Y, una vez que el problema está ahí, es importante también que se vayan creando zonas blancas [ecoaldeas sin químicos ni agresiones ambientales], escuelas limpias y demás. De hecho, hay más de 500 lugares en el mundo libres de fragancias, que incluyen universidades, colegios, iglesias, áreas de hospitales, pequeños pueblos…