Saludables escarolas en tu huerto

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Facilitan la digestión, son refrescantes y toleran bien las bajas temperaturas.

Entre los cultivos otoñales e invernales de nuestro huerto, destacan las exuberantes y verdes escarolas. Las hallamos de tamaños y texturas muy diversas, desde las de finas hojas rizadas y suave amargor, hasta las gigante de hortelano, de hojas anchas, onduladas o lisas, e intenso sabor amargo.

Facilitan la digestión, son diuréticas, laxantes, remineralizantes y también depurativas

Las escarolas son descendientes de las amargas achicorias silvestres y tanto las de suave o como las de intenso sabor amargo encierran en sí mismas una combinación de sustancias nutritivas y terapéuticas que les confieren propiedades nutricionales muy saludables, ya que facilitan la digestión, siendo tónicas y digestivas, diuréticas, laxantes, refrescantes aperitivas, remineralizantes y también depurativas.

Técnicas de cultivo

Nos hallamos ante una planta muy rústica y resistente, cuyas técnicas y necesidades de cultivo son muy similares a otras hortalizas de hoja, como las populares lechugas o las acelgas.
Las escarolas toleran mejor las bajas temperaturas otoñales e invernales que los calores del verano, soportando algunas variedades temperaturas inferiores a los -6ºC, por lo que en la mayoría de huertos serán las estrellas de los meses menos calurosos. De hecho, el calor intenso y la escasez de riegos incitan a las escarolas a espigarse rápidamente, desarrollando un tallo florido que dará paso a infinidad de pequeñas semillas.

Prefieren las tierras ácidas a las muy calcáreas y les gustan los suelos frescos, mullidos y ricos en humus, por lo que les aportaremos de 3 a 4 kg de compost por metro cuadrado. Desde la siembra a la cosecha pueden transcurrir de 2 a 4 meses –dependiendo de la variedad cultivada y de la época del año–, las semillas tardan algo menos de una semana en germinar y les convienen temperaturas que ronden los 20ºC. Si las sembramos en un semillero protegido, convendrá repicarlas en macetas cuando midan unos 6 a 8 cm de alto para que enraícen antes de trasplantarlas. También podemos sembrarlas directamente en la tierra.

En el momento del trasplante, extendemos el compost en superficie y las acolchamos con unos 4 cm de paja o mejor con pinaza –para aportarles algo de acidez–. A fin de asegurar su buen desarrollo, requerirán riegos abundantes en las primeras etapas; luego, bastará con riegos moderados pero regulares, ya que es importante que la tierra se mantenga siempre húmeda.

Es una planta muy rústica y resistente, cuyas técnicas y necesidades de cultivo son muy similares a otras hortalizas de hoja

Si las plantamos muy juntas –unos 25 cm entre escarolas–, crecerán apretadas y no precisarán ser atadas para su blanqueado, aunque siempre ayudará el atar las hojas con un esparto o una goma elástica.

Las escarolas tipo gigante del hortelano requieren más espacio – de 35 a 40 cm– y se desarrollan con hojas tan prietas que no precisan ser atadas, aunque pueden blanquearse más si colocamos, unos días antes de la cosecha, una madera o una fina baldosa cerámica que las proteja del sol.

Las escarolas son plantas muy sociales y se asocian muy bien con casi todos los cultivos, especialmente con leguminosas (como judías, habas o guisantes), y con plantas de hoja (lechugas, coles y acelgas).

En los huertos familiares lo interesante es disponer de la máxima variedad de hortalizas y verduras que propicien una dieta, sana, nutritiva y variada; por ello, suelo distribuir los bancales por familias o grupos de plantas con características similares, por ejemplo, en el bancal de hojas plantaremos una línea de coles diversas en el centro (bancal de 120 de ancho), una línea con escarolas del lado más sombrío y fresco; otra línea con lechugas diversas del lado más soleado; y completamos el bancal de cultivos asociados con cebollas en el lateral, junto a las lechugas, y puerros en el lado de las escarolas.

Con un buen cultivo ecológico, las escarolas no presentan problemas importantes, excepto ataques de babosas que se esconden en el acolchado y entre sus hojas y que podemos controlar con trampas de cerveza o fosfato de hierro. Los ataques de pulgón son fáciles de controlar con extractos de ajo o con jabón potásico. Los tratamientos semanales con suero de leche o yogur –diluidos en agua al 5%– las protegen de hongos y podredumbres y les ayudan a un rápido y vigoroso desarrollo.