Sostenibles también en la cocina

13.02.2013
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La cocina es el lugar de la casa donde generamos casi todos los residuos y donde consumimos la mayor parte de la energía, además de gastar una cuarta parte del agua doméstica.

Algunas prácticas sencillas y la sabia elección de los electrodomésticos nos permiten ahorrar energía.

La cocina es el lugar de la casa donde generamos casi todos los residuos y donde consumimos la mayor parte de la energía, además de gastar una cuarta parte del agua doméstica. Es, por tanto, donde más cosas podemos hacer para reducir el impacto ecológico de los hogares. Por ese motivo, racionalizar nuestro consumo en la cocina es tan saludable para el planeta.

Es mejor decantarse por vegetales ecológicos y por las legumbres, ya que se trata de proteínas baratas que apenas necesitan los nutrientes de la tierra

Como explica el ex director de la Agencia Europea del Medio Ambiente y actual asesor del Observatorio de la Sostenibilidad de España, Domingo Jiménez Beltrán, “el consumidor puede ser determinante a la hora de hacer cambiar los sistemas de producción y las empresas, pues éstas deberán pelear, no sólo por respetar la norma, sino por ir mucho más allá de la norma y ganarse las preferencias de los consumidores”.

En ese sentido, la elección que hacemos en la compra de alimentos es una de las palancas más poderosas con las que contamos para avanzar en la dirección de un planeta sostenible. Cada día, entran en nuestro hogar entre uno y dos kilos de comida y bebida por persona. Antes de llegar a nuestras casas, los alimentos pasan por múltiples redes de transformación y transporte, algunas de ellas de muchos miles de kilómetros, por lo que los productos de zonas próximas que exigen un reducido transporte suponen ya de por sí un importante ahorro energético. Si son productos frescos y de temporada, el balance energético es aún mejor, ya que de este modo se ahorran las grandes cantidades de electricidad que exigen los congeladores industriales.

¿Cuáles son los alimentos más sostenibles?

Los productos vegetales son la base de una dieta sana y ecológica, pero es cierto que cereales, frutas, verduras y todos sus derivados tienen un coste ecológico en forma de uso del agua –entre el 70 y el 80 por ciento de toda la que se gasta en nuestro país–. También incluyen contaminantes agrícolas que quedan en el suelo y las aguas, consumo de carburantes y agotamiento de la tierra.

Por ello, es mejor decantarse por vegetales ecológicos y por las legumbres, ya que se trata de proteínas baratas que apenas necesitan los nutrientes de la tierra. Además de ser menos agresivos para el suelo y para los recursos hídricos, sus ciclos de producción tradicionales representan un gasto energético y unas emisiones contaminantes muy inferiores.

Electrodomésticos, la clave del ahorro energético

Cada persona gasta en España unos 700 euros al año en energía –el 10% del gasto de un hogar–, que se reparten en calefacción (46%), agua caliente (20%) y electrodomésticos (16 %). Dado que más de la mitad del consumo energético del hogar tiene lugar en la cocina, sobre todo por el funcionamiento ininterrumpido del frigorífico, parece claro por dónde hay que empezar a tomar medidas de ahorro.

Las ollas tienen que ser uno o dos centímetros más grandes de diámetro que el fogón para economizar hasta un 20% de energía

Electrodomésticos eficientes. Consumen hasta un 80% menos de electricidad –un frigorífico greenfreeze o un lavavajillas con toma de agua caliente consiguen tales reducciones– es siempre una opción inteligente, puesto que aunque cuestan algo más, el ahorro de electricidad a lo largo de la vida del aparato multiplica por diez el sobrecoste inicial. Los de tipo A son los más eficientes y compensan con creces porque, aunque a veces son más caros, el sobreprecio merece la pena si se tiene en cuenta que ahorran de cinco o diez euros mensuales en la factura eléctrica.

Cocina y calentador a gas. Consumen la cuarta parte de energía que sus competidores eléctricos para obtener el mismo servicio y con un combustible mucho menos contaminante para el planeta.

Electrodomésticos que ahorran energía

Frigorífico. Debemos situar el frigorífico alejado de fuentes de calor y con suficiente ventilación para la rejilla del condensador. No hay que introducir alimentos calientes en el refrigerador. Es mejor esperar a que éstos se enfríen por sí solos. Y la puerta de la nevera debe abrirse lo menos posible. es mejor decidir antes qué queremos sacar que no pensarlo ocn la puerta abierata, Además, se debe desenchufar el descongelador si la escarcha tiene más de cinco milímetros de espesor, pues aumenta el consumo eléctrico hasta en un 30%.

Utensilios al cocinar. Hay que tapar siempre las cacerolas con tapas de material aislante para no desperdiciar calor ni sabor. Las ollas tienen que ser uno o dos centímetros más grandes de diámetro que el fogón para economizar hasta un 20% de energía. Son preferibles las de hierro o acero inoxidable a las de aluminio, o las de barro, mucho más aislantes, y, si es con fondo termodifusor, mejor. Existen ollas como la Hotpan, con un sistema de aislamiento que permite terminar la cocción con calor retenido, mientras que la popular olla exprés ahorra tiempo, energía y dinero.

Horno. Los hornos a gas suponen un ahorro del 60-70% respecto a los hornos eléctricos. En el caso de cocinar en el horno, no se aconseja abrir la puerta hasta que termine la cocción, ya que, cada vez que se abre, la temperatura baja entre 25 y 50 grados centígrados.[pagebreak]

Todas estas medidas pueden ahorrar hasta un 25% de la energía consumida en la sala de máquinas del hogar y un 50% cuando a ellas unimos el uso de electrodomésticos eficientes habituales hoy en día en el mercado.

Lo más ecológico es adquirir alimentos a granel, ya que requieren muy poco envasado a lo largo de la cadena productiva

Y es que si podemos gastar un poco más, es sorprendente lo que la domótica es capaz de conseguir. Se trata de gestionar inteligentemente la iluminación, la climatización, el agua caliente sanitaria, el riego o el funcionamiento de los electrodomésticos utilizando las mejores técnicas y tecnologías disponibles. Mediante una consola portátil, por ejemplo, con el mando de la televisión o desde el móvil, un sistema domótico permite un ahorro energético del 26% en un piso de Madrid con orientación sur, según un estudio de la Asociación Española de Domótica (CEDOM). Y un grifo inteligente, hasta un 25% más del recurso que si se instala un grifo monomando.

Qué hacer con el agua y los residuos

Se estima que el consumo de agua potable en la cocina representa un 20% de toda la que se gasta en el hogar; la mayor parte, para lavar alimentos y utensilios, tanto en la pila como en lavavajillas eléctricos. En realidad, el consumo de agua para cocinar y beber apenas apenas supone una décima parte del consumo hidrológico en la cocina, por lo que el ahorro de agua pasa por un uso más eficiente en el lavado.

Los economizadores de agua que se venden en cualquier ferretería, como los aireadores o atomizadores, nos permiten ahorrar hasta un 30% del tránsito líquido de un grifo a unos precios tan asequibles que la inversión se amortiza en menos de un año.

El uso de lavavajillas con sensor de agua supone un ahorro de hasta un 25% del líquido sobre un aparato medio, y los calentadores a gas o solares con apoyo eléctrico, hasta un 30% respecto a los calentadores normales a gas.

Estas y otras medidas apenas representan 15 euros por año para una familia de tres personas (de 10.000 a 15.000 litros), pero si tenemos en cuenta los costes energéticos que supone calentar menos agua, habría que multiplicar por diez esa cantidad.

Residuos. El principal impacto ambiental de los hogares se encuentra seguramente en la generación de residuos (alrededor de un kilo por persona y día). La mitad de ellos son materia orgánica que, donde hay recogida selectiva, se convierte en compost o abono de calidad. Eso sí, siempre y cuando no lo mezclemos con pinturas, aceites usados o pilas, ya que eso contaminaría todo el proceso de compostaje. Si no hay recogida en el ayuntamiento y tenemos espacio en casa, podemos hacernos con un vermicompostador o un compostero si disponemos de jardín.

Comprar a granel. De la otra mitad de la basura, el 80% son envases. De hecho, su constante aumento trae de cabeza a los gestores de los cada vez más atestados vertederos de nuestro país. Cuando hacemos la compra, lo más ecológico es adquirir alimentos a granel, como frutas o pescados al peso, ya que requieren muy poco envasado a lo largo de la cadena productiva. El resto de productos, cuyo embalado es parte fundamental del proceso de producción y venta, generan aproximadamente 400 gramos de envases desechables que hay que reciclar. Un punto clave aquí es el depósito por separado de los diferentes tipos de desechos, algo que facilita enormemente una cocina amplia y con espacio para varios cubos. Debemos recordar que se necesita poca energía y casi ninguna materia prima para fabricar productos a partir de materiales de reciclaje.