Terapias mente-cuerpo

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Son tan antiguas como la humanidad. Los rituales chamánicos o los que se efectuaban en los templos egipcios y griegos conseguían la curación a través de mecanismos que se están empezando a conocer ahora.

Hace sólo 30 años que se descubrieron los vínculos entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario. Los hallazgos dieron lugar al nacimiento de una nueva disciplina médica llamada psiconeuroinmunología (PNI), que ha sido definida por el psiquiatra Paul Martin, autor de La ciencia del placer, como “el campo de investigación científica que implica la compleja interrelación entre factores psicológicos y emocionales, el cerebro, las hormonas y la inmunidad”.

Actualmente se sabe que el estrés puede estar en el origen de un buen número de enfermedades. Sin embargo, los tratamientos convencionales no actúan todavía sobre los procesos cuya alteración causó la enfermedad. Los medicamentos intentan paliar las consecuencias del trastorno, pero raramente influyen sobre el verdadero desencadenante.

En el origen de la enfermedad

El estrés, a través de interacciones en ambos sentidos entre los sistemas nervioso central, endocrimo e inmunitario, impacta sobre el llamado eje hipotalámico-hipofisario-adrenal y puede producir todo tipo de enfermedades nerviosas, digestivas, inmunitarias y metabólicas. Desde las crisis de ansiedad al insomnio, las infecciones y la fatiga crónica, pasando por el síndrome de colon irritable, tienen su causa última en un desarreglo de los procesos PNI. Incluso enfermedades que parecen afectar un órgano concreto (hígado, riñón, corazón…) tienen su origen remoto en el desequilibrio del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. 

Los expertos en PNI sugieren que las técnicas de reducción del estrés debieran formar parte del tratamiento de un buen número de enfermedades y, por supuesto, de las medidas preventivas que todos debiéramos incluir en nuestros hábitos cotidianos.  

El estrés psicológico no es el único agente causante de trastornos del sistema PNI. También el dolor físico puede motivarlos. Se ha comprobado que el dolor postquirúrgico afecta negativamente sobre la función inmunitaria. Los expertos concluyen que el estrés, el dolor y la depresión se encuentran entre las principales amenazas para la salud. Además los tres factores se retroalimentan y pueden hacer caer al organismo en un círculo vicioso muy debilitante.

La industria farmacológica investiga la creación de moléculas que incidan químicamente sobre las interacciones PNI. Sin embargo, los doctores Biondi, Zammino o Coyle proponen las terapias con una aproximación mental como las más coherente con los descubrimientos realizados. 

Biofeedback

Con esta técnica el paciente aprende a controlar sus propias respuestas fisiológicas al estrés observando en un monitor las ondas cerebrales, la tensión arterial y muscular, la frecuencia cardiaca, el ritmo respiratorio o la resistencia eléctrica cutánea. 

El paciente que realiza biofeedback se da cuenta inmediata y objetivamente –puesto que una máquina le informa en tiempo real de los cambios que consigue– de que puede aprender a controlarse y mejorar su interacción con el entorno, lo que aumenta la confianza en sí mismo.  

Resulta especialmente eficaz para controlarla ante situaciones condicionantes concretas, como una visita al dentista, un examen o dolores cervicales asociados a circunstancias estresantes. Trastornos que son exitosamente controlados mediante biofeedback son la ansiedad, las migrañas y el síndrome de Raynaud. 

Estimulación craneal

La estimulación del nervio vago, de los nervios craneales y de determinadas zonas del cerebro con corrientes eléctricas de baja intensidad, mediante electrodos colocados en los lóbulos de las orejas, se utiliza en pacientes que no consiguen niveles terapéuticos de ondas cerebrales alfa a través del biofeedback. 

Es una técnica que se ha demostrado útil en casos de estrés emocional, como los que sufren los pacientes con depresión y ansiedad. También es eficaz en el tratamiento del dolor, aplicando las corrientes en la zona afectada. Si se combina con la estimulación cerebral se consigue tratar a la vez los estados emocionales y el dolor físico.   

Visualización 

Todos sabemos que el cerebro y el cuerpo, en determinadas circunstancias, no distinguen si algo es real o imaginado. Al ver una película podemos emocionarnos como si lo que ocurre en la pantalla fuera verdad. O podemos despertarnos aterrorizados y empapados de sudor en mitad de la noche. Este fenómeno hace que sea posible utilizar la imaginación voluntariamente para poner en funcionamiento el sistema autosanador del cuerpo. 

La visualización implica el uso de imágenes mentales y símbolos para favorecer procesos fisiológicos beneficiosos. El doctor Bernie S. Siegel realizó a mediados de la década de 1980 experiencias pioneras con pacientes de cáncer, ayudándoles a utilizar la imaginación –que normalmente está bajo el influjo de fuerzas subconscientes– para modificar determinadas variables fisiológicas y su propia perspectiva frente a la enfermedad y el futuro. 

Después de una fase de relajación, podían imaginar, por ejemplo, como su ejército de células inmunitarias descubrían y eliminaban las células cancerosas. O dirigían una luz blanca, brillante y sanadora a cualquier punto del cuerpo que doliera o estuviera afectada por cualquier tipo de alteración.  

La psicóloga Jeanne Archterberg afirma que la visualización influye sobre  los procesos fisiológicos porque la relajación lleva al cerebro a un estado intermedio entre el sueño y la vigilia que propicia la comunicación entre la conciencia y el sistema nervioso autónomo. 

Hipnosis

Víctima de las corrientes históricas de opinión, entre el crédito casi milagroso y el descrédito absoluto, hasta ahora la hipnosis no ha encontrado su lugar en la práctica médica dominante. Pero con los hallazgos realizados en la PNI, varios autores defienden que es la técnica que mejor se adapta a las características de los procesos mente-cuerpo y que además puede complementar otros enfoques, reforzando su eficacia. 

Aún existen creencias falsas sobre la naturaleza de la hipnosis, como que se puede perder la propia voluntad en manos del hipnotizador. Es falso. En realidad no es más que un estado de especial de concentración que permite una relajación profunda y un control incrementado sobre las funciones corporales. Otro de las creencias equivocadas se refiere a los supuestos poderes del hipnotizador. No los tiene, más allá de saber hablar con calma, seguridad y un tono monótono. De hecho, es posible autohipnotizarse con una grabación.  

A menudo se han distinguido tres tipos de hipnosis: "directa", "indirecta" y "no directiva". La "directa" es la tradicional, basada en la inducción de la experiencia interna por parte de un especialista. La "indirecta" confía en el subconsciente del paciente para lidiar con los estados emocionales. Se utilizan metáforas y técnicas de sugestión para suscitar en el paciente la producción de imágenes internas. A menudo el terapeuta ayuda al paciente a interpretar las imágenes que proceden del subconsciente, ayudándole a entender la naturaleza y origen de sus síntomas, sean emocionales, físicos o psicológicos.  

Carl Simonton, colaborador del neurólogo y especialista en medicina ayurvédica Deepak Chopra, utiliza el estado de hipnosis para que los pacientes oncológicos visualicen sus cuerpos luchando  contra la enfermedad, generando células inmunitarias que se comen los virus, o visualizando la dilatanción de los bronquios en casos de asma.

Existe una suerte de “autohipnosis negativa” involuntaria, que algunas personas practican cotidianamente y que puede desencadenar una variedad de trastornos. Cuando uno mantiene un diálogo interior dominado por ideas y sentimientos negativos, estos acaban convirtiéndose en mensajes que llegan a las células. Toda emoción pon en marcha una serie de reacciones químicas en el organismo. El principal objetivo de la hipnosis indirecta terapéutica es cambiar estos pensamientos negativos autohipnóticos por otros positivos. 

Esto se consigue cuando gracias a la sesión terapéutica el paciente siente un cambio que procede de su conciencia interior y sistema de creencias. Por ejemplo, un paciente que experimenta un dolor en el pecho, de causa desconocida, puede darse cuenta durante el trance de que la molestia es debida a temas que no pudo resolver con su padre. Imaginando una conversación sincera con él, el dolor se desvanece. Pero incluso cuando el dolor tiene una base fisiológica, la hipnosis indirecta sirve para visualizar la analgesia y favorecer cambios fisiológicos convenientes. 

La hipnosis "no directiva" aprovecha la descripción que el paciente hace de sus síntomas para penetrar en su muno interior, observando atentamente su comportamiento psicosomático (verbalizaciones, gestos, expresiones, sensaciones…). Así, mediante preguntas y sugerencias, puede favorecer que el paciente tome conciencia de sí mismo y le anima a no juzgarse ni criticarse. 

Terapia de grupo

Es una de las técnicas más estudiadas. El trabajo de David Spiegel con pacientes de cáncer demostró la eficacia del apoyo del grupo para incrementar la esperanza de vida. Otros investigadores lo han probado también con portadores del virus de la inmunodeficiencia humana. Al parecer, la terapia de grupo ofrece a los pacientes una sensación de  cohesión y una oportunidad para expresar las emociones negativas, mientras se ayudan mutuamente a desarrollar una mejor actitud mental, así como habilidades para enfrentarse a la enfermedad. Al tiempo el cuerpo responde con un refuerzo de su capacidad inmunitaria.

El aislamiento social o el sentimiento de estar marginado dentro de la familia, auque en realidad esté ofreciendo todo su apoyo, afecta negativamente sobre el sistema PNI. La carencia de unión familiar que a veces se da en torno a pacientes graves hace más necesaria la terapia de grupo. 

Los estudios indican que prácticamente todas las modalidades –grupos de danza, teatro o risoterapia, de control del estrés…– resultan útiles, pues de hecho el sistema inmunitario responde ante el mero hecho de que no estar haciendo frente a la adversidad a solas.

Meditación

Otra técnica que ha demostrado su impacto sobre el funcionamiento del sistema inmunitario es la meditación. Los estudios científicos muestran que quienes han meditado durante, al menos, cinco años sufren un 80% menos de enfermedades cardiovasculares, un 50% menos de cáncer y un 73% menos de otras afecciones. Por otra parte, también se relaciona la práctica con un gran equilibrio mental.

Beneficios tan espectaculares se explican por el efecto de la meditación sobre la secreción de hormonas, que a su vez influyen sobre el sistema inmunitario. La práctica regular hace que se libere más melatonina, que puede detener la progresión de los tumores de mama y próstata, y más dehydroepiandrosterona, que disminuye el estrés, incrementa la memoria y preserva la función sexual. Además potencia las ondas cerebrales relacionadas con la relajación y la recuperación física y psíquica.  

Meditar consiste en alcanzar un estado de conciencia en que los pensamientos se suceden sin atraer la atención. Son observados en lugar de ser los protagonistas. Existe una variedad de técnicas  –concentrarse en la respiracion, un objeto, una frase, un sonido o en los movimientos corporales…–, de manera que cada persona puede encontrar la que más se adapte a sus características y necesidades. 

Los hallazgos de la PNI pueden hacer creer que la mente lo puede todo y que quien no se cura es porque no quiere. No es verdad. El organismo es un sistema complejo y todas sus partes desempeñan un papel importante. La voluntad no es una directora todopoderosa. Por eso el doctor Steven Greer, del Hospital San Rafael en Londres (Reino Unido), advierte que el paciente no debe sentirse culpable de su enfermedad. Los terapeutas sólo deben hacer énfasis en la necesidad de introducir cambios positivos que estén al alcance del paciente. Como resultado, debe sentirse más capacitado para hacer frente a la enfermedad, nunca culpable de ella, lo cual sería un fracaso. 

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MÍSTICA Y SALUD

Thomas B. Roberts, profesor de Psicología Educacional en la Universidad del Norte de Illinois (Estados Unidos) afirma que determinados estados mentales que se dan cotidianamente y las experiencias místicas comparten determinadas características que ponen en marcha el sistema inmunitario a través de los mecanismos descubiertos por la psiconeuroinmunología.

Roberts se refiere al tipo de experiencias que se definen como religiosas o cumbre, donde el individuo experimenta una profunda sensación de bienestar, de comprensión del significado de la vida, de unión con los demás y con el cosmos. 

Estas experiencias sobrevienen a menudo inesperadamente, pero también pueden buscarse a través de la meditación y otras técnicas mentales y respiratorias. Asimismo pueden ser inducidas mediante drogas enteógenas, como el LSD o las sustancias que se emplean en los rituales chamánicos.  

Roberts se pregunta si las experiencias místicas pueden estar relacionadas con las remisiones espontáneas e inexplicables de la enfermedad. 

El psicólogo Stanislav Grof sugiere que el desbloqueo emocional y mental mediante determinadas técnicas respiratorias que inducen experiencias transpersonales resulta curativo en caso de crisis psíquica.