"Vamos a hacer un aerogenerador de propiedad compartida"

30.5.2013
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Doctor en Ingeniería Industrial, miembro organizador de la Fira per la Terra en Barcelona y presidente de Eurosolar España, entre otras ocupaciones, Pep Puig tiene en marcha una iniciativa –Viure de l'Aire del Cel– que desmiente eso de que la energía es cosa de poderosos y gente con mucho dinero.

Muchas cosas están pasando en torno al sistema energético español: freno a las renovables, tirón de orejas de Europa al Gobierno español por su política energética, la vieja nuclear Garoña podría continuar, el oligopolio de las grandes empresas eléctricas está al descubierto...

Algunos ciudadanos pensarán que esto de la energía no va con ellos, que es un asunto que se cuece en pulidos y acristalados despachos, y que solo nos queda la opción de pagar el recibo de la luz sin rechistar si no queremos quedarnos a oscuras. Pero escuchar a Pep Puig es cambiar de idea. La energía es cosa de todos, dice. Después de hablar con él, una vuelve a casa un poco menos ignorante y, por tanto, también un poco más libre.

Doctor en Ingeniería Industrial, miembro organizador de la Fira per la Terra en Barcelona y presidente de Eurosolar España, entre otras ocupaciones, tiene en marcha una iniciativa –Viure de l'Aire del Cel– que desmiente eso de que la energía es cosa de poderosos y gente con mucho dinero. A Pep hay que escucharlo con los oídos bien abiertos porque tiene la cualidad de hacer inteligible lo ininteligible, como es el enredo del sistema energético español.

Vamos a hacer la primera experiencia popular de un proyecto grande de renovables, un aerogenerador que dará electricidad para miles de familias con la participación colectiva de la gente

Las renovables pueden democratizar la energía. Explícanos en qué consiste Viure de l'Aire del Cel.
Es hacer una primera experiencia popular de un proyecto grande de renovables. No es lo mismo poner 5 o 10 kW fotovoltaicos en un tejado de una casa o en un edificio industrial que poner 2.700 kW en una sola máquina eólica que producirá millones de kWh para alimentar de electricidad a miles de familias. Eso tiene un coste elevado, tres millones de euros y, con esas cifras, ni tú ni yo podemos hacerlo. Pero lo que no puede hacerse a nivel individual, a nivel colectivo sí que es posible. Pueden ser 1.000 personas a 3.000 euros o 3.000 personas a 1.000 euros. Y yo creo que hoy en día se puede encontrar en el Estado español gente interesada para un proyecto así, sobre todo después de ver la experiencia de Som Energia [primera cooperativa comercializadora de electricidad 100% renovable], que tiene más de 8.000 socios. Si se puede hacer eso, pienso que se puede ir un paso más allá y no solo invertir en pequeñas instalaciones fotovoltaicas –que está muy bien–, sino hacerlo a nivel colectivo con la copropiedad de un aerogenerador grande. Ya estamos en la fase final de autorización.

¿Y cualquiera podrá participar?
Sí, es una iniciativa abierta a todos. De hecho, ya se puede apuntar la gente. Lo único que se pide es una aportación simbólica: si es una persona, son 100 €; si es una familia, 250; y si es una asociación o o una pequeña empresa, 500. Eso te da derecho a un número de inscripción, de forma que, cuando se abra la participación, podrás decir la cantidad que quieres aportar.

¿Eso a través de la web?
Sí, además hemos desarrollado una herramienta en la página web que, poniendo los datos de uso de energía, cuánta electricidad usas en casa, qué desplazamientos haces... en conjunto, te hace una estimación de la cantidad de energía que utilizas en tu vida cotididana y te dice cuánto deberías invertir para cubrir esta cantidad de energía. Y si inviertes esa cantidad en aquella máquina, puedes garantizar que todo el equivalente de energía que usas en tu vida está generada allá, es una forma de lograr cero emisiones de CO2. También es una manera de saber el coste económico que tiene el uso que haces de la energía. Inviertes en eso porque, al menos durante 20 años o más –el tiempo de vida útil de estas máquinas es incluso mayor–, tienes garantizado con esa inversión que generarás toda la energía que usas en la vida codiana.

¿Cuántos pequeños inversores hay ya apuntados?
Unos 120, y con una cantidad de capital comprometida, no emitida, de más de medio millón de euros. Y eso sin haber hecho todavía casi divulgación. Y tenemos firmado un acuerdo con Som Energia, que también participará. Creo que conseguiremos la masa crítica suficiente para que, en un año o año y algo, este aerogenerador empiece a funcionar.

La Fira per la Terra que organizáis en Barcelona para celebrar el Día de la Tierra, el 22 de abril, es una excelente atalaya para valorar el compromiso de los ciudadanos. ¿Cómo ha ido este año?
Cada vez se nota más que la gente busca salidas a la situación actual, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Lo más fácil es ir a la Feria y comprar algunos productos ecológicos, pero este año había cooperativas, de gente que se ha agrupado para hacer cosas, desde el cuidado de la salud hasta comprar colectivamente la cosecha del agricultor cercano. Se nota que hay todo un sector de la sociedad que va buscando formas de salir del modelo actual, porque ven que no hay salida.

¿Este tipo de economía del compartir puede remover el actual estancamiento?
Las cooperativas siempre han existido, pero quizás hasta hace poco estaban desprestigiadas. Eso existe en muchos lugares. Yo lo conocí en los años 80 en Estados Unidos, donde participé en muchos congresos regionales que se hacían allí. En esa época, ya había en agricultura lo que llamaban el "apoyo comunitario": un grupo de ciudad se ponía de acuerdo con un agricultor o varios y les compraban toda la producción. Pagabas por adelantado y tenías derecho durante todo el año a ir a buscar, o que te llevasen, tus alimentos, y eso cambia las reglas del comercio habitual, porque el agricultor antes tenía que buscarse los clientes y de esta otra forma tiene una garantía para poder continuar tareas que en la sociedad actual no se valoran, como son el trabajo del campo y la agricultura.

Esa compra comunitaria directa hasta ahora era muy minoritaria.
Pero hay un boom. En Barcelona mismo, ha tenido mucho éxito la compra de la cesta de fruta y verdura directa al agricultor. Eso hace unos años era impensable, se creía que no funcionaría. Hay mucha gente que, en vez de ir al supermercado y comprar cosas que no sabe de dónde vienen ni a dónde van, prefiere comprar una caja con los productos de la semana, o cada 15 días, que sabes de dónde vienen y conoces al agricultor.

Volvamos al tema espinoso de la energía. Recientemente participaste en el programa de TV3 Singulars para explicar el liado sistema energético español. ¿Por qué es tan difícil de entender?
La tele tiene un problema, no es el mejor medio para vehicular mensajes complejos, es muy lineal. Y tú no puedes explicar una cosa compleja en diez minutos. Por eso es bueno que haya programas que den 45 minutos o una hora para poder explicar algunos temas.

Aun así, la cara del periodista Jaume Barberà era un poema.
Sí, es que es así. Todos los problemas que vivimos ahora socialmente son muy complicados. Especialmente el de la energía, porque vivíamos en una especie de espejismo. Decían: "No te preocupes, que ya hay quien se cuida de que, cuando le des al interruptor, tengas luz y, cuando abras el grifo, tengas agua". Y ahora nos damos cuenta de que sí, es cierto, pero a costa de que unos se embolsen mucho dinero por un servicio de muy baja calidad. Nos damos cuenta de que son fuentes de energía sucia, no renovables. Y que, además, suponen una factura para el país de muchos miles de millones, 50.000 millones el año pasado en el Estado español. Quizás que alguna cosa tendrá que ver en la crisis que dicen que hay, quizás una de las razones es esta.

¿Tan oscuro es que nadie da explicaciones convincentes de las cuentas de las eléctricas?
Sí, porque después de la Guerra Civil se crearon unos monopolios territoriales, y cualquier monopolio es una cosa muy opaca. Entre ellos y el Gobierno. Además, era un negocio extramadamente seguro, porque no tenían que sufrir nunca por no recuperar las inversiones. Se sentaban el Gobierno y ellos, y decían: "Tengo estas previsiones de crecimiento". Y los otros respondían: "Pondremos tantas centrales, tantas instalaciones, etc. Ustedes fijen una tarifa que nos permita recuperar la inversión". Pagaban siempre los mismos, los abonados, como nos llamaban. En 1997, cambia radicalmente con la ley de liberalización, porque se liberaliza la producción y la comercialización, no el transporte ni la distribución.

Critican a las renovables, pero el error no es de las renovables, es de los señores del gas combinado, que son unos incendiarios del clima

¿Y esa ley del 97 cómo cambió las reglas del juego?
Empiezan a verse todas las contradicciones porque ya no están solo esas antiguas empresas que se han transformado de monopolio en oligopolio. Fíjate que la generación de electricidad en Iberdrola es diferente de la empresa que distribuye pero ¡forman parte del mismo grupo! Por tanto, hecha la ley, hecha la trampa. Una es Iberdrola Generación y otra Iberdrola Distribución, así que continúa ocultando la lógica de costos y eso permite muchos abusos. Abusan del poder que tienen, de los privilegios del monopolio, cuando la situación debería cambiar. Pero, claro, si desde el poder político no se les hace pasar por el aro, esta gente acaba dominando, que es lo que está pasando ahora. Critican a las renovables, pero el error no es de las renovables, es de los señores del gas combinado, que son unos incendiarios del clima, que han instalado 27.000 MW de ciclos combinados sin que los necesitáramos. Lo han hecho en un régimen liberalizado, por lo tanto se los tendrían comer ellos y sus accionistas, no hacerlo pagar a la sociedad.

¿Esa inversión que hicieron la estamos pagando nosotros?
Sí, claro. Que la sociedad pague las renovables es lógico porque se hizo una política democráticamente decidida de primar a las renovables a través de los recibos de la luz, que no son subvenciones, son primas que recaudan de un pequeño incremento que se hace en el recibo de la luz. Todos nosotros hemos pagado el desarrollo de las renovables, pero los señores del gas no nos han preguntado nada, si debían o no hacer gas. Lo han decidido sus accionistas, por lo tanto, que lo paguen ellos, no como están haciendo ahora y, además, atacando las renovables.

Pero toda esa información no llega a los ciudadanos.
Ese es el discurso de las eléctricas clásicas. Como tienen mucho poder y dinero, dominan los medios. Solo tienes que mirar las páginas de los diarios y ver quién pone anuncios. Ponen anuncios a cambio de vehicular mensajes. Y el mensaje dominante es el del oligopolio. Y los que criticamos eso tenemos muchas dificultades para llegar a los medios convencionales. En esos medios, por cada mensaje que sale defendiendo las renovables, salen 25 cargándoselas. No se puede competir contra eso.

La información que llega es que las renovables son caras o que son responsables del déficit de tarifa.
Se dan tantas paradojas. Por ejemplo, todos estos grupos, que son antirrenovables, aquí y en Alemania, se van a terceros países a desarrollar renovables. ¿Y por qué? Pues para que en esos países no surja la oportunidad –como ha ocurrido en Alemania y aquí– de que sea la ciudadanía la que se implique. Porque si tú ya has ocupado el sitio, impides que los demás entren. Aquí, estamos un poco a caballo entre lo que pasó en Alemania y los países nórdicos –donde hubo mucha participación ciudadana– y los países digamos "antiguas colonias", adonde van a buscar vasallos. En el Estado español las renovables no las empezaron las empresas que forman el oligopolio sino pequeños empresarios independientes. En Cataluña, con todas las trabas que se les han puesto, no han podido desarrollar el proyecto y se han visto forzados a venderlo. Y quienes lo han comprado son los del oligopolio. El marco legal del Estado español no era favorable a iniciativas como las de Som Energia o Viure de l'Aire del Cel, el marco era para favorecer otras cosas. Pero, a pesar de eso, hubo pequeños empresarios que arriesgaron y jugaron. Y la prueba es que tenemos más de 20.000 MW eólicos y una buena parte son propiedad de grupos independientes. Pero no son ciudadanos como en Alemania, son empresas que llegaron a este juego, con todo el derecho. Y así tenemos un factor eléctrico que no pertenece al oligopolio. Que no es la solución óptima para mí, de acuerdo, pero prefiero eso que el oligopolio.[pagebreak]

Si no se permite el autoconsumo energético, la gente tiene que insubordinarse. Pasará que nos desconectaremos del sistema eléctrico y nos lo haremos nosotros mismos

¿Qué países serían envidiables por su política energética?
Hay dos que lideran toda esta movida: son los daneses y los alemanes. Tienen objetivos muy ambiciosos, de llegar a un sistema 100% renovable a corto plazo. Los daneses son un ejemplo de que gracias a la ciudadanía no tienen nucleares, porque hubo una campaña muy fuerte en los años setenta y principios de los ochenta que llegó al parlamento y decidió que no habría nucleares. Son líderes tecnológicos en eólica en el mundo. Y es un país más pequeño que Cataluña, o sea, que los países pequeños pueden hacer grandes aportaciones. Y el otro es Alemania, que desde que hicieron la ley de inyección a la red –que fue una ley que, gracias al poder democrático de Alemania, impuso el Parlamento al Gobierno, que no la quería–, más del 50 % de lo que hay instalado es propiedad de la gente. Eso cambia las reglas de juego del sistema energético, que deja de ser un sistema en el que tienen poder unas pocas empresas a un sistema en el que el poder está distribuido.

¿La autonomía energética es posible, eres optimista en ese sentido? Lo digo porque al mismo tiempo se está consumiendo petróleo como si no tuviera fin.
Yo soy muy optimista. El petróleo se gasta por transporte y para usos industriales. Para usos domesticos, cada vez se gasta menos. Pero mientras no entremos a fondo en el tema de transporte, tanto para personas como para mercancías, y los usos industriales, estaremos enganchados por aquí. Pero a veces la gente habla del sistema eléctrico como si fuera todo el sistema energético, y no es así. El eléctrico es una tercera o cuarta parte del sistema energético, solo es eso. Y el sistema eléctrico 100% renovable es una parte de la solución pero no la solución total. Porque se quema mucho petrólelo de forma muy ineficiente, lo que quiere decir que, de todo el petróleo que importas, solo aprovechas una tercera parte. Las otras dos terceras partes se volatilizan, pero las pagas. Hay un reto de hacer mucho más eficiente el sistema energético actual. Se debe hacer un plan de emergencia energético si queremos que no sea un peso enorme en el futuro el tema de las importaciones de petróleo. 50.000 millones cada año es un peaje que ningún país se puede permitir durante mucho tiempo, porque es dinero que se va sin más. Quizás deberíamos recuperar el poder económico de las comunidades locales generando energía localmente. Y digo localmente no porque sea un capricho, sino porque genera economía local. Es dinero que circula en la comunidad, no que se va. Por eso es importante que la gente invierta en energía.

Otra pieza de este rompecabezas son las nucleares. ¿Qué panorama tenemos después de Fukushima?
Las nucleares demuestran una vez más que no son las solución a nada. Incluso el renacimiento nuclear que habían predicado hace unos pocos años está haciendo agua por todos lados. Hace poco se decidió en Estados Unidos que un reactor nuclear no lo tiraban adelante. Y en Inglaterrra, ya veremos si al final EDF, la empresa estatal francesa, lo acaba materializando, porque pone unas condiciones al gobierno británico que ninguno debería aceptar: que les garanticen la tarifa eléctrica durante 50 años. Perdonen, pero el mercado libre no es eso. Creo que económicamente las nucleares no tienen salida, y a eso hay que añadir el resto de problemas que suponen: que son peligrosas, que son contaminantes durante miles de años y toda una serie de problemas que no están resueltos ni resolverán nunca.

En España algunas son muy antiguas.
Hay que ir pensando cómo hacer la transición para ir sustituyéndolas por formas de producir energía que no representen un peaje, y sin dormirnos, porque tener tecnología nuclear vieja funcionando muchos años puede darnos un susto, y eso ha pasado en EEUU, en Japón y en la Unión Soviética.

Nos siguen diciendo que la nuclear es segura.
Hay quienes creen en dogmas de fe. Pues dicen eso como si fuera un dogma de fe.

En las ciudades se tiene que dar mucha iniciativa a la gente, eliminar barreras para hacer huertos, captar el sol o el viento en las terrazas, dejar que las iniciativas ciudadanas funcionen

Tú fuiste regidor de Ciudad Sostenible en el Ayuntamiento de Barcelona en los años noventa. ¿Cómo deberían ser las grandes ciudades, donde cada vez se hace más difícil vivir?
En el siglo XX, se rompió esa vinculación con la naturaleza, cuando se expulsó a los agricultores de Barcelona, se eliminaron las pocas granjas con ganado que quedaban, se destruyó buena parte del delta de Llobregat o se asfaltó... Todo eso crea unos peajes. Por tanto, o restableces esos vínculos o las ciudades difícilmente podrán cambiar.

¿Qué cambios podrían hacerse? ¿Si volvieras a tener responsabilidad municipal, por qué cambios apostarías para hacer una ciudad más habitable, más sana para las personas...?
Bueno, también tenemos que reconocer que Barcelona no es de las peores. Se tiene que dar mucha iniciativa a la gente, permitir que se hagan cosas que hoy día no se permiten hacer... para recuperar espacios baldíos de la ciudad y hacer huertos urbanos, que en las terrazas de los edificios se pueda cultivar y usar para captar el sol y el viento, que las ciudades no tengan que depender excesivamente de la importación de productos, de servicios o de energía de lugares alejados sino que se vayan acortando las distancias. Algunas políticas en Barcelona van en ese camino. Pero no solo hay que decirlo, sino también crear los marcos adecuados para facilitarlo y que la gente pueda hacerlo. No creo que los gobiernos deban hacer gran cosa más, sino crear unos marcos que permitan que las iniciativas ciudadanas funcionen, ponerlo fácil y eliminar las barreras que haya. La directiva europea de renovables lo dice bien claro, se han de eliminar barreras y dar facilidades. Pues lo mismo en otros muchos aspectos.

Barerras como la limitación al autoconsumo energético.
Si no se permite el autoconsumo, la gente tiene que insubordinarse. Pasará que nos desconectaremos del sistema eléctrico y nos lo haremos nosotros mismos. Solo nos enchufaremos al sistema eléctrico como emergencia. Eso no es ninguna utopía. Hoy los edificios en el mundo que alojan servidores informáticos no se fían de la red, porque hay una posibilidad pequeña, del 0,01 %, de fallar y los servidores no se pueden permitir ese porcentaje, necesitan un 99,9999 de fiabilidad, por eso tienen sistemas de autogeneradores, duplicados y triplicados, para que nunca se queden sin electricidad.  Así que si siguen poniendo trabas, la gente acabará haciendo eso, a nivel de colectivos o de pueblos.

Pep Puig, activista infatigable contra las nucleares

Además de las organizaciones mencionadas, Pep Puig es portavoz del Grup de Científics i Tècnics per a un Futur No Nuclear que organiza desde hace 27 años las Conferències Catalanes per un Futur Sense Nuclears i Energèticament Sostenibles, por las que ha pasado un buen número de especialistas mundiales que han tratado la problemática de la energía nuclear y los sistemas energéticos basados en el derroche, la ineficiencia y las energías fósiles. En estas jornadas se presentan alternativas energéticas sostenibles con la idea de hacer una labor de presión continua para que se abandone la peligrosa energía nuclear y la adicción a los combustibles fósiles.
La edición de este año celebró los 40 años de resistencia nuclear con un reconocimiento especial a los pioneros.
"Reunimos en Barcelona a gente significativa de diferentes campañas que hubo en todo el Estado español y que fueron los padres inspiradores de todo el movimiento antinucluear. Mario Gaviria, José Allende, Juan Serna... Pedro Costa nos envió una carta porque perdió el avión y llegó más tarde, y dos personas, una danesa, que participó activamente en la campaña de Dinarmarcca contra las nucleares [Siegfried Kristiansen] y una alemana [Klaus Müschen], para poner dos ejemplos de países, uno que no ha tenido nucleares y otro que tuvo mucha industria nuclear y ha decidido abandonarla. Y en la charla hicimos una especie de sándwich, empezando por la danesa, luego se hizo una mesa redonda de todos y acabamos por los alemanes como diciendo 'veis, hay una salida'."

Vídeos de este encuentro en el canal de Futur No Nuclear.