Naturismos sobre la fugacidad

Naturismos sobre la fugacidad

09 Octubre 2014
0 comentarios

Tan inevitable como incomprendida la fugacidad, sin embargo, resulta esencial para la vida y para lo que consigue que vivamos.  Por desgraciada incomprensión mantenemos pésimas relaciones con ella cuando esa inquina realmente debería estar dirigida a la velocidad artificial que es creación exclusivamente nuestra. No menos contra la invención del tiempo medido a través de relojes. En cualquier caso todo lo relacionado con el instante es y ha sido uno de los temas centrales de la poesía de todos los tiempos y especialmente del haiku japonés. 

Acaso la comprendan mejor si leen los fugaces naturismos que a continuación aparecen.

Buena parte de lo que consideramos fugaz resulta también eterno.

El tiempo es lo que más huye, irrespetuoso acaso con la evidencia de que nada ni nadie de él puede huir.

El reloj es una esclavitud voluntaria. Si no te encadenas a él, la fugacidad, a veces, renuncia a acompañarte.

La más aliviadora de las actividades que el tiempo lleva a cabo, y lo hace a cada instante, es la de volver a empezar.

Poco, o nada, tan imprescindible como el instante para que todo empiece, para que todo acabe. 

Lo efímero puede llegar a ser lento, sobre todo si lo comparamos con la velocidad a la que  están desvalijando al mundo.

En la Natura nadie, excepto el  humano, sabe de su propia fugacidad. 

Siendo también fugaces... a qué viene tanto destrozo en todas las otras criaturas también fugaces. 

La belleza siempre es fugaz. La fugacidad siempre es renovable. 

Pasajeros todos de lo pasajero y, con todo, es la única forma de llegar lejos y de durar algo.

Los instantes lo abarrotan todo. 

La Natura no entiende la continuidad sin la fugacidad.

No conviene olvidar que lo efímero inventó la eternidad a través de sus semillas.  

Nada tan instantáneo como el BIG BANG y aquí estamos catorce mil millones de años más tarde. Es decir que el segundo inventó el millón de años.

La eternidad es algo abrazado por la fugacidad.

Sucedió lo sucesivo hasta disolverse en la eternidad. 

Lo fugaz resulta esencial porque no se deja atrapar por las ansias de la acumulación.  

No hay estante sin instante. 

¡Con qué puntualidad la fugacidad cumple todas sus promesas!

Su gran contribución es el olvido que a menudo tanto necesitamos. 

Nada dura, tampoco la fugacidad.

Es más, a algunos nos parece deliciosa delicadeza que nos acaricia sin cesar. 

GRACIAS Y QUE LA FUGACIDAD OS ATALANTE.