Potitos sanos, bebés felices

Potitos sanos, bebés felices

12 Marzo 2015
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Por norma general, entre el 4º y el 6º mes de vida, los seres humanos comenzamos a disfrutar de los alimentos sólidos. En ese momento las frutas, las verduras, las proteínas y las grasas comenzarán a desfilar por nuestro paladar creando las bases de salud y alimentación que serán cruciales en la compleja fase de crecimiento de los años venideros. Esta tarea conlleva una enorme responsabilidad por parte de los padres, que deberán escoger muy bien qué y cuándo dar lo correcto a los delicados sistemas digestivos de sus retoños, y más aún con las temidas alergias alimentarías acechando en tantos alimentos.

La apretada agenda que manejan muchas familias complica todavía más la tarea de darles los mejores alimentos posibles sin recurrir a los potitos precocinados que nos ofrece el mercado de la alimentación infantil. Precisamente la ONG británica Sustain, que se dedica a promover una alimentación más sana, en una campaña sobre alimentación infantil, realizó un estudio que reveló cómo se encuentran en el mercado infinidad de productos, entre ellos los potitos, que contienen altas dosis de azúcares, grasas trans y otros componentes absolutamente perjudiciales para niños de tan corta edad. Encima, muchos de estos productos se promocionaban como alimentos saludables. Lo malo es que en un mundo donde la alimentación se encuentra tan globalizada, esto que podríamos pensar que sólo afecta al mercado alimenticio anglosajón también nos toca, y muy de cerca.

Cuidado con los potitos-basura
A la hora de comprar alimentos infantiles es importante tener en mente qué ingredientes no deberían nunca figurar en la etiqueta. Para empezar, no deberían contener jamás “sacarosa” o azúcar común ya que es un ingrediente nutricionalmente vacío pero cargado de calorías. Pero lo más grave del azúcar es que si el bebé se acostumbra demasiado a ese tipo de sabores azucarados después no va a ser nada fácil que acepte los sabores naturales de la fruta o su acidez. Tampoco deberían contener sal, ya que el sodio natural de muchos alimentos es más que suficiente y cualquier añadido extra sobrecargaría los pequeños riñones del bebé.

Otros ingredientes absolutamente nocivos para los niños de tan corta edad serían aquellos que contienen grasas saturadas, como la mantequilla, o grasas hidrogenadas ,como la margarina, que a veces figuran entre las galletas de destete o en otros productos infantiles.

Hay que tener cuidado también con unos enemigos invisibles pero de impredecibles consecuencias: los pesticidas y residuos químicos. Para evitar posibles alergias siempre que podamos deberíamos comprar frutas y verduras biológicas, y si no encontramos, al menos lavar cada pieza muy bien y retirar toda su piel antes convertirlas en alimento para nuestro bebé.

El potito perfecto
Nunca debemos menospreciar el papel del potito en la alimentación de nuestro hijo, ya que le puede ayudar a aprender a masticar, tragar y a descubrir sabores. Además debemos buscar un buen equilibrio nutricional en el que las vitaminas y minerales de las frutas y las verduras se compaginen bien con pequeñas porciones de proteínas y grasas cuando llegue el momento de introducirlas en la alimentación de los pequeños.

Cuando empecemos con las papillas, lo ideal es que estas sean de un solo ingrediente por vez y sin  grumos. Podemos comenzar con una papilla de manzana o pera y, poco a poco, ir probando con otras frutas, siempre asegurándonos de que estén maduras.

Tras comprobar que varias frutas no producen reacciones, podemos comenzar a mezclarlas y probar con verduras como la zanahoria, la calabaza o la patata. Pasada la primera fase de testeo, en la que nos aseguremos que nuestro hijo no es alérgico a ninguna de estas frutas o verduras, ya estamos preparados para empezar a combinarlas. Una buena regla es intentar mezclar siempre colores diferentes para asegurarnos el máximo de nutrientes.

Cereales y legumbres
Para cuando el niño esté rondando el año de vida y esté preparado para empezar con los cereales, lo mejor sería incorporar a la dieta las variedades libres de gluten como el amaranto o la quinoa que, además, son muy proteicos y nutritivos. Además, estos cereales se consiguen por norma general de marcas biológicas, con lo que así tenemos una tranquilidad extra en lo que respecta a los pesticidas

Otros cereales muy interesantes para añadir a las papillas serían el mijo y el proteico trigo sarraceno, que es un buen sustituto de la carne. Por otra parte, debemos ir con cuidado de no excedernos con los cereales integrales y evitar el salvado, ya que un exceso de fibra puede dificultar bastante sus digestiones.

En lo que respecta a las legumbres, la mejor sin duda es la lenteja roja, que la van a digerir más fácilmente por no tener piel. Después, podemos introducir otras legumbres como los garbanzos, tomando siempre la precaución de cocerlas mucho y pasarlas por un pasapuré para eliminar sus pieles.

Si queremos darle al bebé una ración extra de lípidos, más allá de la leche, tenemos dos buenas opciones para nuestras papillas. A las verduras podemos añadirles un chorrito de aceite de oliva en crudo cuando la papilla esté lista para tomar y, a las frutas, podemos mezclarle un poquito de aguacate maduro, una fuente inmejorable de grasas “buenas” y vitamina E. Si elegimos otro tipo de aceite, es fundamental que escojamos los que hayan sido prensados en frío y que aún conserven su contenido de vitamina E.
 
Papillas express para padres trabajadores
Aunque disponemos de marcas ecológicas que elaboran excelentes potitos, muy adecuados para cuando no disponemos de tiempo para cocinar, nada puede igualar a la frescura de una papilla casera. De hecho, preparar unos excelentes potitos caseros no requiere mucho tiempo ni complicados conocimientos culinarios. Una posibilidad es comprarnos una vaporera para cocer la verdura y algunas frutas, lo que nos permitirá relajarnos y no estar tan pendientes de los tiempos de cocción.

Podemos tener precocidas pequeñas porciones de arroz, quinoa o cualquier cereal elegido y guardados en la nevera para ir añadiendo a las papillas antes de batirlas. Si no utilizamos estos cereales antes de 4 días, lo mejor es tirarlos.

Para los que trabajen y les resulte imposible hacerlas en el día no hay problema, ya que pueden congelarlas. Incluso podemos congelarlas en cubiteras grandes y después descongelar cubitos de diferentes frutas y verduras para hacer combinaciones. Solo hay que tomar dos precauciones: descongelar los potitos en la nevera para que al descongelarlos no empiecen a proliferar las bacterias, y no congelar papillas elaboradas con frutas ricas en vitamina C (cítricos o kiwi), ya que perderemos casi toda su riqueza en este micronutriente.

Lo que también es importantísimo tener presente es que al descongelar la papilla, lo que no se coma en el día, deberemos tirarlo. Si estamos de viaje y no podemos acceder a una batidora podemos darle a nuestro bebé la fruta abriéndola por la mitad y raspándola con una cucharita. Sin duda esta es la forma más fácil y rápida de darle la fruta en formato puré a los niños que todavía no han incorporado los alimentos sólidos.