El tamaño adecuado de las cosas

El tamaño adecuado de las cosas

03 Diciembre 2012
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Parafraseando a David Fleming (1), acostumbrarse a la idea del pico petrolero va a ser la parte fácil, lo que va a ser difícil, a partir de ahora, será enfrentarse a lo grande que pueda llegar a ser. Está claro que va a ser una crisis energética larga y profunda, que va a afectar, primero al petróleo y posteriormente al gas y a la electricidad. Lamentaremos profundamente, dice Fleming, el retraso y la negación, que nos han robado los 50 años que nos hubiesen hecho falta para realizar esta transición y prepararnos. Vamos a tener problemas. Y, sin embargo, sigue comentando Fleming, este proceso puede ser una gran oportunidad para construir una economía política que pueda persistir en el futuro. Un mundo donde lo que nos ha pasado hasta ahora, con una economía de mercado con la absoluta dependencia de las energíes fósiles, el crecimiento sostenido y el despilfarro, sea un mal recuerdo. Y hay una forma de lograr la permanencia, según Fleming, que es integrar la ecología humana en la ecología del resto del planeta. Y el principio que subyace en esto es la escala.

J.B.S. Haldane, en su famoso ensayo de 1927 con el título Tener el tamaño adecuado, demostró que la estructura y el metabolismo de los sistemas se rigen por su tamaño. Parece ser que a un gran tamaño se incorporan una serie de “necesidades lamentables” debido a la conplejidad del organismo. Por ejemplo, las hormigas no necesitan venas pues no les hace falta transportar el oxígeno muy lejos, y por propia absorción éste llega a cualquier órgano. La “anatomía comparada”, resume Haldane, “es, en gran, parte la historia de la lucha por aumentar la superficie en proporción al volumen… Los animales superiores no son más grandes que los pequeños porque son más complicados. Son más complicados porque son más grandes”.

En el caso de nuestra economía política, la “complicación” se refiere a esas cosas que son necesarias, debido al tamaño de nuestras estructuras, pero lamentables, según Fleming (las llama necesidades lamentables), porque en realidad no obtenemos ningún placer de ellas y si nuestra estructura fuera más simple no nos harían falta. El ejemplo más evidente de una necesidad lamentable es el transporte de mercancías: el transporte es una necesidad, dada la forma en que organizamos las cosas en este momento en nuestra civilización, pero no hay nada en el proceso del transporte que incremente la calidad de los productos o el sabor de los alimentos. Nuestros corazones no saltan de alegría al ver los camiones de arriba para abajo; solo los toleramos. El transporte, en este sentido, es una necesidad lamentable.

Y es esta economía lamentable, una de las más frágiles, la que tiene todas las papeletas para colapsar ante una crisis de pico petrolero. De ahí se deduce la importancia de ir construyendo sistemas vivos a pequeña escala, en los que la complicación y la dependencia de una gran economía sea eliminada. Este va a ser el primer paso para la supervivencia como especie.

Fleming en su artículo da algunas pistas:
Volverse local.
Prepararse para la transición.
Involucrarse de alguna manera en la política.
Mantenerse alegre.

(1) David Fleming, PhD, es un economista británico. La referencia se ha extraído del libro Economía de GAIA. EcoHabitar ediciones.