"Invasores", están entre nosotros

"Invasores", están entre nosotros

02 Enero 2013
0 comentarios

En los años 70, por Nueva York se difundió el rumor de que las alcantarillas estaban repletas de cocodrilos, víctimas de los desaprensivos ciudadanos que, una vez los adquirían bebés en Florida, se deshacían de ellos lanzándolos por el retrete. La historia fue llevada al cine en películas como La bestia bajo el asfalto (Alligator, Lewis Teague, 1980), donde un enorme animal de la especie surge convertido en gigante para crear el terror en la ciudad. Aunque muy posiblemente sea cierto que los neoyorquinos lanzaron muchos cocodrilos y caimanes por el váter, todo apunta a que la vida de estos bajo la ciudad no deja de ser sino una leyenda. Sin embargo, escalofriante realidad fue lo que le ocurrió a Juan Ochoa en su casa de Alicante en el verano de 2009: se encontró con una pitón de metro y medio de largo dentro del váter. El reptil, huido quizás del terrario del algún vecino, se coló por las cañerías hasta aparecer en su cuarto de baño.

Están entre nosotros

Lejos de la mera exposición zoológica, debatible también, las tiendas de animales venden a diario especies que no son autóctonas y que son potencialmente peligrosas. No es que todas sean perniciosas directamente para el ser humano (viéndolo con perspectiva, sí lo son), pero cualquiera de esos animales, abandonados o escapados de sus hogares de “acogida”, puede provocar un verdadero desbarajuste en el ecosistema, desplazando a la fauna local, por ejemplo, o dañando gravemente la flora. ¿Sabías que las palmeras están siendo diezmadas por el escarabajo picudo? (esta noticia es de hace solo dos días: Los escarabajos picudos acaban con las palmeras del centro de Huelva). Los coleópteros han sido introducidos en España con las palmeras adultas, a su vez también invasoras, traídas desde Egipto por las inmobiliarias para dar esplendor a sus urbanizaciones… Elche, que cuenta con un palmeral histórico, ha sufrido de pleno la voracidad de las larvas de este invasor. El mismo apetito que ha demostrado el caracol manzana, asentado en el Ebro, como el mejillón cebra, y toda una plaga para los importantes arrozales que crecen en los márgenes del río. Curiosamente, a orillas del Ebro hay un criadero de peces exóticos, entre ellos ese caracol manzana. Este documental quiso entrevistar a su propietario, pero le fue imposible: nadie se prestó a negar que el criadero fuese el foco del problema.

 “Encuentra una serpiente pitón al destapar el váter”, “Un hombre sale a la calle en Lleida con una pitón albina”, “Encuentra una serpiente de 3,5 metros en un falso techo”… Son solo algunas noticias relacionadas con serpientes que han aparecido allá donde no debieran, sobre todo porque en España no existe la especie salvo introducida por el negocio de los animales exóticos. En  los barrios de La Solana y San Roque, en Gran Canaria, hace ya tiempo que se ha asentado una serpiente extranjera, la californiana, que, aunque no es venenosa, está mermando las ya de por sí delicadas poblaciones de lagartos y lagartijas canarios. Atacan además a los polluelos de las gallinas y son un verdadero incordio para los habitantes de la zona. Aunque se está haciendo todo lo posible por erradicarla, su multiplicación es imparable: a 20 huevos por hembra, la cuenta se dispara. Por su parte, Galicia tiene otro sorprendente invasor: el visón americano. En su caso, las poblaciones de visón no se deben a las tiendas de animales, sino al negocio de la peletería: liberados  irracionalmente de sus jaulas, estos animales se han adaptado al entorno de manera extraordinaria. De todo esto, y más, habla el conocido naturalista Luis Miguel Domínguez en el documental que produjo y dirigió, Invasores (2010), una advertencia para todos de las nefastas consecuencias de los animales foráneos importados a nuestro país con total impunidad o llegados porque se les ha facilitado su reproducción (es el caso, por ejemplo, del mosquito tigre, que ha encontrado especial acomodo en los neumáticos mal almacenados).

Invasores nos advierte

Mientras los políticos no le prestan la debida atención al asunto, mirando para otro lado aunque la alarma suene en países vecinos (el mosquito tigre, por ejemplo, que había atacado ya duramente Italia) o no buscando una normativa dura para el comercio y tenencia de estas especies, la invasión está en el aire (cotorra gris argentina…), tierra (mapache…) y agua (mejillón cebra, siluro…). Con ironía, pero siempre tajante y riguroso, Domínguez denuncia desde las actitudes poco cívicas del ciudadano común que abandona sin conciencia a su mascota “exótica” a la administración que hace poco, muy poco, por solventar tamaño desastre. Como ejemplo, un botón: la Comunidad de Madrid decidió no renovar el contrato de Exotarium, el único centro de España dedicado a recoger animales exóticos abandonados. La desidia por parte de las autoridades es absoluta. ¿Sabes que en  España -tampoco en otros países, todo sea dicho- no existen censos de serpientes, cocodrilos u otros animales peligrosos? ¿Sabes que hay que hacer un examen psicológico para tener un perro peligroso pero no para tener, por ejemplo, una serpiente constrictora?

Invasores, de formato televisivo -no en vano cuenta con la participación de TVE-, con la reconocible voz en off del propio Luis Miguel Domínguez, es una película absolutamente necesaria, un documental que no hay que dejar pasar por alto porque lo que cuenta nos afecta absolutamente a todos. Tú, por ejemplo, que estás pensando comprar un animal exótico, podrías al menos reflexionarlo una vez veas este documental. La información es la mejor manera de que sepamos el impacto que pueden tener nuestros actos. A este respecto, muy significativo resulta uno de los mensajes de la película: la buena voluntad no es positiva si va de la mano de la ignorancia. Activistas radicales de la defensa animal dejaron en libertad en Galicia a miles de visones enjaulados en una granja peletera. Este acto, en principio casi heroico, se ha convertido en todo un ataque terrorista al ecosistema, un acto que, lejos de beneficiar a los animales, acaba perjudicándolos.

No es Invasores una película alarmista; es que la alarma es real. Ese comienzo a lo Spielberg, con unos niños jugando en un río y un siluro gigante acercándoseles desde las profundidades, refleja muy bien el peligro al que estamos expuestos. En nuestros ríos, en nuestros campos, en nuestro aire hay ahora animales nuevos, animales que están dispuestos a quedarse por mucho tiempo. La negligencia de unos muchos ha propiciado esta invasión.